Como ya vimos hace años, había razones sobradas para
llamar "socialista" al nuevo Papa argentino, de acuerdo con su propia primera encíclica. Bien, pues hace unos
días sacó la segunda y, predeciblemente, en cuanto a razonamientos económicos, está
repleta de errores. La misma se trata, básicamente, sobre el medioambiente y
las acciones humanas para con él. No voy a meterme con la polémica de si el supuesto
calentamiento global producido por el hombre está demostrado científicamente de
manera rigurosa (de lo cual hay muchas dudas seriamente justificadas). Ese tema
espinoso deberá esperar. En este post solo me concentraré en un asunto
fundamental, a saber: la mala comprensión económica del Papa respecto de la conservación
de los recursos en el mercado.
Lo siguiente es más que suficiente para saber cuál es el pensamiento papal al respecto. Según Bergoglio:
Por eso, hoy «cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta»…
En este contexto, siempre hay que recordar que «la protección ambiental no puede asegurarse sólo en base al cálculo financiero de costos y beneficios. El ambiente es uno de esos bienes que los mecanismos del mercado no son capaces de defender o de promover adecuadamente»… ¿Es realista esperar que quien se obsesiona por el máximo beneficio se detenga a pensar en los efectos ambientales que dejará a las próximas generaciones? Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza, en sus tiempos de degradación y de regeneración, y en la complejidad de los ecosistemas, que pueden ser gravemente alterados por la intervención humana.
El principio de maximización de la ganancia, que tiende a aislarse de toda otra consideración, es una distorsión conceptual de la economía: si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros o de la salud del ambiente; si la tala de un bosque aumenta la producción, nadie mide en ese cálculo la pérdida que implica desertificar un territorio, dañar la biodiversidad o aumentar la contaminación. Es decir, las empresas obtienen ganancias calculando y pagando una parte ínfima de los costos.
La pregunta más lógica que el esquema conceptual del Papa jamás puede responder es: ¿Por qué los avaros empresarios no agotaron todo el cobre de todas las minas rápidamente hace décadas? ¿Por qué no extrajeron todo el mineral inmediatamente al momento de descubrir la mina para maximizar sus ganancias? ¿Por qué lo hacen gradualmente?
Solo ese hecho tan evidente destruye la afirmación "Dentro del esquema del rédito no hay lugar para pensar en los ritmos de la naturaleza…". Pero veamos seis puntos del mecanismo del mercado que el Papa desconoce y por los cuales todo el argumento vaticano es completamente falso*:
El dueño de un recurso no renovable sabe que si quintuplica la producción de este año, su ingreso actual también se quintuplica. Hasta acá llega el miope razonamiento papal y el de muchos socialistas. Pero la cosa no termina en eso.
El propietario del recurso también sabe perfectamente que, si hace eso, lo está depredando. Y al hacerlo, está perdiendo el ingreso futuro que le daría. En el mercado, esa pérdida de ingreso futuro se refleja inmediatamente en el valor monetario (el precio) de la mina que contiene el recurso que se depreda. Si baja el precio de la mina, disminuye también el de las acciones de la misma. El valor actual de capital de la mina y de las acciones, se basa en el ingreso futuro esperado (descontado) de la producción del recurso. Depredar la mina implica destruir su precio monetario y el de las acciones. Si la caída del valor del capital fuera mayor que el incremento en el ingreso de las ventas, el ingreso total (en sentido amplio) se reduciría. Todo dueño de recurso debe sopesar las ventajas de los ingresos inmediatos que obtiene produciendo contra la pérdida de valor de capital de toda la mina y, por ende, la pérdida de valor de sus acciones.
El error es evidente: muchos socialistas y el Papa solo ven los ingresos inmediatos, pero no ven los costos o las pérdidas de valor del capital. Precisamente ese es el factor que hace que los empresarios necesariamente tengan en cuenta el futuro. Las decisiones del dueño del recurso dependen de muchos elementos futuros: los rendimientos futuros del recurso, de la demanda, de las existentes y esperadas tasas de interés, etc.
Por ejemplo, si se espera que el recurso se vuelva obsoleto (que valga cero) en unos años porque surge un sustituto, el dueño se apresurará a producir ahora lo más que pueda porque actualmente es cuando es más valorado por la gente. El precio de hoy es, en términos relativos, más alto que dentro de unos años. Conservará menos del recurso para el futuro cuando se espera que valga cero. El dueño está beneficiando a los consumidores y a toda la economía produciendo ahora, pues es actualmente cuando es más intensamente necesitado.
Otro ejemplo contrario y el que nos interesa para ver las falacias del Papa: si se espera que en unos años el recurso se agote. Entonces el dueño del recurso va a producir mucho menos en la actualidad y esperará a después para producir más, cuando sea más necesitado y los precios mayores. Una vez más, beneficiando a los consumidores y la economía produciendo luego cuando sea más necesario en unos años y no desperdiciándolo ahora.
En otras palabras, si se espera que el precio del recurso se eleve mucho en el futuro relativo al actual, el valor del capital relacionado con su producción va a aumentar el día de hoy. Como también sube actualmente el costo marginal de producir el producto marginal. Si suben los costos, entonces las empresas (que, suponemos, maximizan los beneficios como dice el Papa) hoy en día reducen la producción y aumentan la conservación. ¿Por qué lo hacen? Porque el ingreso (del producto) marginal presente está en el mismo nivel bajo (respecto al futuro).
Como se demuestra, precisamente debido a que los empresarios buscan el máximo beneficio, las decisiones entre producción presente contra futura de los dueños de los recursos no solo los benefician a ellos, sino a los consumidores y a la economía. La búsqueda del máximo beneficio es lo que produce la conservación del recurso valioso, si se espera que se agote en el futuro.
Por lo tanto, la frase del Papa "si aumenta la producción, interesa poco que se produzca a costa de los recursos futuros…" es completamente falsa en un mercado libre. Precisamente porque se quiere maximizar los beneficios, interesa muchísimo si se produce hoy a costa de producir menos en el futuro.
2) Pero eso no es todo. Supongamos que se espera que el recurso se agote en el futuro. Como consecuencia del punto 1), mucho recurso es ahorrado y no utilizado o producido hoy en espera de la mayor demanda y precios futuros por la escasez anticipada. El resultado de eso es que el precio hoy del recurso tiende a subir. Todos sabemos que, cuando algo es más caro, tiende a conservarse más, se cuida más y se desperdicia menos. Cuando el agua vale cinco veces más, es más difícil que vayas a estar 30 minutos en la ducha como antes del aumento. Cuando las chicas compran botas que valen una fortuna, las conservan o guardan solo para ciertas ocasiones especiales (casamientos, etc.) y no las usan para salir a caminar en el barro un día lluvioso. El precio más alto produce una tendencia a conservar el recurso porque es más costoso utilizarlo. Los procesos de producción y el consumo tenderán a usar menos del recurso, pues su costo es ahora mayor.
3) El mayor precio del recurso también induce a buscar más del mismo usando fuentes conocidas o desconocidas que antes, al precio menor, era no-rentable utilizar. Los empresarios tienden a embarcarse en la búsqueda de nuevos yacimientos del recurso que previamente daba pérdida explorar. Yacimientos alternativos donde los costos no hayan subido tanto.
4) Al mismo tiempo de 1), 2) y 3), el precio mayor provoca que ahora sea rentable producir sustitutos del recurso que antes, cuando el precio era menor, no valía la pena crear. Muchas veces no hay sustitutos para ciertos recursos no porque no existan, sino porque no es rentable crearlos. Usar sustitutivos hace que el recurso que subió de precio tienda a conservarse y ahorrarse aún más. Dedicándose solo a aquellos usos más urgentes para los cuales no hay sustituto.
5) El punto 4) asume que se producen sustitutos conocidos con la misma tecnología existente, pero que antes del aumento de precio no era rentable crear. Sin embargo, el mayor precio del recurso induce, adicionalmente, a realizar rentablemente investigación en nuevos descubrimientos tecnológicos. Ya sea para a) producir más del recurso, b) encontrar nuevas formas de ahorrarlo o c) crear sustitutos nuevos más baratos con nueva tecnología.
6) Con el precio aumentado, se vuelve un negocio rentable realizar campañas de ahorro del recurso. También hace beneficioso hacer reciclaje del mismo.
El Papa jamás toma en cuenta la especulación. ¿Por qué? Una vez más, al igual que muchos socialistas, el término "especulación" es algo que él reprocha como malvado y jamás trata de comprender. Por ello dice:
Mientras tanto, los poderes económicos continúan justificando el actual sistema mundial, donde priman una especulación y una búsqueda de la renta financiera que tienden a ignorar todo contexto y los efectos sobre la dignidad humana y el medio ambiente.
Hay demanda especulativa para recursos no renovables como existe para cualquier stock de otro bien económico en el mercado. La función de la especulación, que el Papa decide ignorar, es asignar los recursos escasos (renovables o no) a esos usos en aquellos momentos cuando la demanda de los consumidores vaya a ser más urgente o mayor. El especulador, al guardar y conservar el recurso esperando a un momento futuro, beneficia a los consumidores al trasladar el uso del recurso al momento del tiempo cuando ellos más lo necesitarán en comparación con el presente.
A Bergoglio no le importa la función de la especulación (si es que tiene una). Simplemente se la condena y se ignora su cometido. Al no tomar en cuenta la especulación, que necesariamente implica que los dueños del recurso miran hacia adelante y sus ingresos futuros, el empresario es miope y simplemente aumenta su producción presente para aumentar sus ingresos actuales a costa del futuro que supuestamente no ve.
Sin embargo, precisamente porque anticipa y especula con la posible escasez futura, es que cuida el recurso hoy.
El Papa no es socialista
porque "habla de los pobres". Esa es una muy mala defensa de su parte, pues es un argumento basado en una falacia lógica:
apelar al sentimiento. Escudándose tras la palabra "pobres" (que inmediatamente
despierta la compasión de la audiencia), trata de ganar la aceptación de su
conclusión.
Francisco es socialista (o estatista, si se quiere) debido a que razona como ellos y usa prácticamente los mismos argumentos falaces que
los que eligen esa ideología.
Pide evitar el manejo de un asunto por parte del
mercado basándose en ignorar o rechazar (sin ningún argumento válido, claro) el
mecanismo de este último que realiza exactamente lo que él niega que pueda
hacer. La ignorancia y el rechazo sobre el funcionamiento del mercado, es el
pecado original del socialismo y del estatismo.
*Véase el capítulo 13 de acá y el capítulo 9 de acá.