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martes, 9 de junio de 2015

Sobre la mala inversión (III): Qué hacer con ella


Ya vimos qué es y cómo ocurre la mala inversión. Pero, una vez que ya se llevó a cabo, ¿Qué puede pasar con la inversión erróneamente realizada? Para saberlo, debemos entender el concepto de convertibilidad de los bienes de capital.

La convertibilidad es la oportunidad ofrecida por los bienes de capital para ajustar su utilización ante un cambio en los datos del mercado (Mises, 1949: 501). 

Una vez la inversión se realiza, y los bienes de capital se producen apuntando a algún fin; un cambio en las condiciones puede revelar que un error se ha cometido. Si en un determinado proceso de producción se cambia el objetivo al que ya se viene enfilando; entonces pueden ocurrir cuatro cosas con los bienes de capital ya producidos (Mises, 1949: 499-500):

1) Utilización: Es posible que, en un golpe de suerte o habilidad, el bien de capital sea tan útil para el nuevo fin como lo era para el primero.

2) Subutilización: El bien de capital es útil para el propósito cambiado sin alterarlo. Pero, si se hubiera sabido que se usaría para el nuevo fin, no se habría dedicado tanto esfuerzo a producir ese bien de capital. Se hubieran fabricado, a menor costo, otros bienes que rendirían el mismo servicio.

3) Adaptación: Que sean útiles para el nuevo fin, pero solo después de ser sometidos a un ajuste o a una adaptación muy costosa. Se habría podido ahorrar este costo si se hubiera empezado desde cero apuntando al nuevo fin y no al primero.

4) Desperdicio: Puede ser que los bienes de capital se vuelvan totalmente inservibles para alcanzar el nuevo fin y que todo el esfuerzo gastado en ellos fue una pérdida.

Lamentablemente, en el mundo real, la opción 1) es la menos frecuente de todas. Los bienes de capital no son perfectamente convertibles para todos los fines. Pero puede ocurrir que la inversión pasada en un bien que apunta al objetivo A no se pierda. Pues el mismo también sirve para el fin B, que es al que hay que apuntar en las presentes circunstancias.

Las opciones 2) y 3) son muy comunes. Bajo las nuevas circunstancias, los bienes de capital anteriormente creados para otra coyuntura, o bien se infrautilizan o hay que someterlos a un costosa adaptación. En ambos casos hay una pérdida. Pero, al menos, no es total. En términos coloquiales, algo se puede "salvar de la quema".

La última opción 4) es la pérdida total. No se puede salvar nada. Al cambiar las circunstancias, el bien es inútil y no se espera que sirva. Sin ser lo poco frecuente que es el punto 1); sí suele ser menos común que los puntos 2) y 3).

Pero estas frecuencias de ocurrencia cambian durante un periodo de mala inversión sistemática inducida (el auge del ciclo económico). Durante este, muchos bienes de capital están muy avanzados temporalmente en las etapas y, por ende, son menos convertibles. Por lo que una parte importante devienen en inservibles para los nuevos fines de consumo. Otros deben ser readaptados pagando un gran costo. Algunos, aún siendo útiles, se producen durante el auge en una escala mucho mayor de la necesaria. Finalmente, una minoría, es probable que sirvan perfectamente para los nuevos fines de la estructura productiva más orientada hacia el consumo.

El problema de la convertibilidad ante cambios en fines, no es un asunto que afecta solo a los bienes de capital. También ocurre con los bienes de consumo final. Si alguien adquiere un bien para consumirlo y luego cambian las condiciones bajo las cuales se compra en primer lugar; el adaptar su uso a las nuevas circunstancias es un problema de convertibilidad (Mises, 1949: 501-02).

Por regla general, en cualquier proceso de producción determinado, mientras más cerca del fin se encuentre el actor, más difícil es la reconversión de los bienes de capital hacia otro fin (Mises, 1949: 500; Huerta de Soto, 1998: 224-26).

Por ejemplo, el caso de los lingotes de acero recién salidos del horno (etapa inicial del proceso productivo). Estos pueden ser convertidos a una variedad de fines: acero para autos o, si cambia la demanda, se pueden usar para barcos, estructuras de edificios, tornillos, etc. Pero un vez que se usan los lingotes para hacer una lancha (bien de consumo), y a su vez se descubre que los consumidores demandan autos en realidad; ya no se pueden recuperar. 





Huerta de Soto, Jesús (1998), Dinero, Crédito Bancario y Ciclos Económicos. Madrid, España: Unión Editorial S.A. 2009.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

sábado, 6 de junio de 2015

Sobre la mala inversión (II): Como ocurre


Ya hemos visto la definición de mala inversión y su importancia. Ahora que sabemos qué es, hay que examinar como ocurre.

Como explica Mises (1931), la mala inversión puede surgir de cinco maneras: 

1) No se anticipan mejores métodos de producción o localización: la construcción de una planta de producción está justificada en el momento de hacerla, pero, como luego surgen mejores métodos de producción o se descubren mejores ubicaciones, ya no es rentable. 

2) Se anticipan mal los posteriores cambios del mercado: la planta construida en su momento era rentable, pero ya no lo es debido a un cambio de los datos del mercado. Como, por ejemplo, una caída en la demanda que no es anticipada. 

3) Se anticipa mal directamente al mercado: la planta construida nunca fue rentable desde el inicio. Su construcción es una mala especulación. A diferencia del caso 2), donde la planta al menos era rentable al inicio y luego, por un cambio imprevisto, deja de serlo; esta es una inversión errónea desde el momento de empezar a hacerla

4) Depende de una intervención estatal: es posible que la inversión sea ruinosa desde el inicio, como el punto 3). Pero es llevada a cabo gracias a una intervención estatal que, al ser quitada, deja en evidencia que es un error haberla montado. 

5) Falsificación de cálculo económico: La especulación incorrecta del punto 3) ocurre porque se falsifica el cálculo económico monetario del empresario sobre la rentabilidad esperada de la inversión. La tasa de interés bruta de mercado artificialmente baja por una expansión del crédito (medios fiduciarios); hace rentable un proyecto que, en ausencia de la financiación barata, resulta ser en realidad inviable. Esto es lo que describe la Teoría Austriaca del Ciclo Económico.

Observen que los puntos comparten algo en común: todos tienen que ver con la anticipación de circunstancias futuras y en todos se yerra. La única diferencia es que en unos casos el error es humanamente inevitable (1), 2) y 3)) y en otros es inducido (4) y 5)). 

De hecho, se podría interpretar que los puntos 1) y 2) son solo dos aspectos de los fenómenos que mutan permanentemente y que hacen que una inversión previamente rentable deje de serlo. Siendo el punto 1) un cambio tecnológico y el 2) uno de la demanda.  

Dado que ningún empresario tiene previsión perfecta sobre el futuro, la mala inversión en el mercado, es decir, los puntos 1), 2) y 3); es algo puntualmente recurrente. Sin embargo, que ocurra todo el tiempo no implica que sea un fenómeno general. Malas inversiones sectoriales o puntuales por anticipar mal las condiciones del mercado, ocurren siempre. El mecanismo de beneficios y pérdidas, junto con las quiebras, son el sano proceso por el cual el mercado evita que las malas inversiones se expandan y sigan desperdiciando recursos de forma general. Las pérdidas y las quiebras de empresas, lejos de ser algo que parezca negativo, son la forma de liberar recursos productivos para que se reasignen a satisfacer las verdaderas necesidades de los consumidores en los negocios que dan beneficios. El mercado es un proceso donde hay beneficios y pérdidas, necesariamente abarca ambos (Mises, 1951). Los beneficios de las empresas indican que un desajuste en la economía es encontrado por los empresarios que mejor anticipan el futuro y además está siendo combatido. Muchos factores de producción están siendo subvaluados con respecto al precio del bien terminado.

Mientras mayores sean las pérdidas, más grande es la contribución del empresario al desajuste de la economía. Los emprendedores, al tratar de evitar las primeras, reducen el segundo al mínimo posible. Debido a que las mismas no solo reducen su posición en el proceso de producción, sino que también los pueden hacer salir del negocio completamente con una quiebra (Rothbard, 1962: 514-16). Aun asumiendo que el empresario se empeñara tozudamente en seguir manteniendo y aumentando sus pérdidas, contribuyendo al desajuste, el mercado se encarga de ponerle un límite. Primero, al reducir su influencia al mínimo al darle una cuota cada vez menor en la producción. Y, segundo, saca al inversor completamente del proceso productivo con la quiebra. El mecanismo continuo de pérdidas y ganancias, por lo tanto, evita que las primeras sean un fenómeno general.

Por lo tanto, el problema de una economía no son las malas inversiones per se, siempre las hubo y las habrá porque los humanos no pueden anticipar el futuro con completa certidumbre. Pero los incentivos del mercado las mantienen siempre a raya para que no se generalicen. 

El problema real, sin embargo, son las políticas que incentivan a que haya malas inversiones adicionales. Muchas más de las que hubieran existido sin la intervención. Ahí es donde entra el caso 4) y, en especial, el 5). Como correctamente explica Mises (1949: 391-92):
"El hombre no es infalible. Una cierta cantidad de mala inversión es inevitable. Lo que debe hacerse es evitar políticas que, como la expansión crediticia, fomentan artificialmente la mala inversión."




Mises, Ludwig von (1931), "Inconvertible Capital". En Mises, Ludwig von (1933), Epistemological Problems of Economics. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2003.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

Mises, Ludwig von (1951), "Profit and Loss". Paper para Beauvallon, France: Mont Pèlerin Society. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2008. También incluido en Greaves, Bettina B. Ed. (1952) Planning for Freedom: Let the Market System Work. A Collection of Essays and Addresses. South Holland, Ill.: Libertarian Press. 1952. Indianapolis: Liberty Fund. 2008.

Rothbard, Murray N. (1962) Man, Economy, and State, with Power and Market. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2004.