Ya vimos que la discusión entre "free bankers" y "100 %" puede dirimirse en el campo puramente económico. Veamos ahora cuales son, desde el punto de vista de la Economía, los principales problemas de la reserva fraccionaria.
Problemas económicos
La reserva fraccionaria tiene, entre otros, tres problemas económicos (Salerno, 2012a y este video):
1) Inherentemente inflacionaria: En épocas normales (situaciones no recesivas y sin crisis), cuando un banco operando con reserva fraccionaria presta dinero depositado de sus clientes, expande la oferta monetaria.
Por "inherentemente inflacionaria" se entiende que, en circunstancias normales (no recesivas ni de crisis), el propio sistema endógenamente crea incentivos a expandir la cantidad de medios fiduciarios. Los bancos operando con reserva fraccionaria obtienen beneficios en prestar el dinero depositado (en lugar de solo guardarlo) y, al hacerlo, el sistema bancario expande la oferta monetaria. Está en la propia naturaleza del sistema ser inflacionista, lo cual no implica necesariamente que en absolutamente todas las circunstancias lo será.
Si una persona deposita un billete de $100 en el banco, el depositante obtiene un aumento de $100 en su cuenta corriente mientras la institución gana $100 más en su baúl. La oferta monetaria (efectivo en manos del público + depósitos) no cambia en ese momento: el efectivo en circulación se reduce en $100 y los depósitos aumentan en $100. Suponiendo que el coeficiente de reserva es 10 % y que la situación es normal (ni recesiva ni de crisis), el banco va a prestar (hasta un máximo de) $90 del efectivo en su baúl, dejando $10 guardados. Los $90 de depósitos que quedan sin respaldo (porque los $90 en efectivo ya no están disponibles inmediatamente pues fueron prestados) son medios fiduciarios (están 0 % amparados por dinero efectivo). El banco tiene grandes incentivos para prestar los $90, porque otorgar un préstamo implica (la probabilidad de) ganar interés. Si la institución guardara los $90, no lo ganaría (aunque estaría más seguro o disponible y no sometido a la probabilidad de no ser recuperado).
Ese préstamo de $90 aumenta la oferta monetaria en $90, es decir, el stock de dinero pasó de $100 a $190 (!). Recuerden que la fórmula de dinero en sentido amplio es: dinero estándar ($100) + sustitutos monetarios ($100) – reservas ($10). El depositante original todavía tiene disponible para gastar los $100 de su depósito y además el prestatario tiene en sus manos $90 en efectivo disponible para gastar que antes no tenía (Salerno, 2012a). Dicho en palabras simples: en un sistema de reserva fraccionaria, cuando los bancos hacen préstamos, están creando dinero. O, mejor dicho, crean sustitutos monetarios que, en circunstancias normales, actúan como dinero (porque, en situaciones ordinarias, nadie tiene la mínima duda de que puede convertirlo en dinero verdadero a la par al instante).
El prestatario quiere usar el dinero para algo (comprar un bien de consumo o factores para producir o pagar sueldos), dado que va a pagar intereses por él en un tiempo. Por lo que, cuando los gaste, esos $90 terminarán depositados en otro banco. El procedimiento bancario se repite: el banco acredita a la persona $90 en depósito, se guarda $9 en efectivo en su baúl y presta los restantes $81. La oferta monetaria ahora es de $271 ($190 + $81), o lo que es lo mismo: dinero estándar ($100) + sustitutos monetarios ($100 + $90) - reservas ($10 + $9).
De esta forma continúa el proceso en una serie geométrica, los "pesos-depósitos" se multiplican mucho más allá del efectivo inicialmente depositado. Los $100 (de reservas) generan, luego de un cierto tiempo, una oferta monetaria total máxima de $1.000. El sistema bancario no crea estrictamente pesos (dinero efectivo), pero produce "pesos-depósitos" (sustitutos monetarios). A medida que se gastan, estos "pesos-depósitos" hacen subir progresivamente los precios (por encima de lo que habrían subido sin mayor disponibilidad de sustitutos monetarios), causando la inflación (Salerno, 2012a).
Si le preguntan a cada banquero individual en cada etapa del proceso si él crea dinero, este les responderá indignado que "¡No!", que él simplemente "presta lo que le depositan". Pero es el sistema como un todo el que expande, paso a paso, la oferta monetaria. Es el sistema bancario con reserva fraccionaria lo que hace el "milagro". La emisión de medios fiduciarios causa inflación de precios y además también causa el ciclo económico (Davidson, 2011).
2) Inherentemente inestable: la propia naturaleza de la reserva fraccionaria (en general, mantener en reserva solo una fracción del efectivo) hace que los bancos estén en la situación de que sus pasivos de depósitos maduran al plazo más corto posible (instantáneamente: en cualquier momento que se los pidan, deben devolver el efectivo al instante) mientras sus activos (préstamos a deudores) inevitablemente están disponibles luego de un periodo corto o largo. La reserva fraccionaria provoca lo que se denomina "descalce de plazos" (maturity mismatching). En situaciones normales (una situación sin crisis ni recesión), solo una parte muy pequeña de sus activos están disponibles en cualquier momento. El resto maduran en meses, años o décadas (hipotecas). Con ello deben hacer frente a sus pasivos que son principalmente de corto plazo o instantáneos. En palabras simples, los bancos "piden prestado a corto plazo y prestan a largo plazo" (Salerno, 2012a). Como tenía muy en claro Rothbard (1983: 98-99), la insania del negocio bancario con reserva fraccionaria se manifiesta en el hecho de incumplir la regla crucial del manejo financiero sano: la estructura temporal de los activos del negocio no debe ser más prolongada que la estructura temporal de sus pasivos. Muchos de los activos de los bancos son más largos (temporalmente) que sus pasivos, que son, en general, instantáneos. Observen que la reserva fraccionaria es incentivadora del descalce de plazos, es su esencia.
El descalce de plazos explica la inestabilidad del sistema bancario con reserva fraccionaria. Pero ello en nada implica que el descalce de plazos per se necesariamente cause el ciclo económico (aunque sí provoca la insana situación bancaria con reserva fraccional). Está demostrado que el descalce de plazos en un mercado libre no causa el ciclo económico (Davidson, 2014). Sin embargo, en una situación donde hay intervención coercitiva estatal (con un prestamista de última instancia o garantías implícitas o explicitas de rescate) y reserva fraccionaria (o no), sí puede ser su detonante (Bagus, 2010; Bagus y Howden, 2009; Bagus y Howden, 2010a; Davidson, 2014).
El alegado "periodo de gracia" de suspender pagos en especie por un tiempo estipulado por contrato para combatir las corridas bancarias y que supuestamente mantendría "solventes" a los bancos con reserva fraccionara, tampoco es convincente. Pues transforma un depósito a la vista (on demand) en uno a plazo, esquivando el problema principal (los depósitos a la vista) dado que ningún partidario del 100 % ha rechazado mantener una fracción en un depósito a plazo y, además, interfiere con el mecanismo de pagos (Block y Barnett II, 2005).
3) Genera el ciclo económico: recuerden que el sistema bancario realiza préstamos en cada ronda de creación de oferta monetaria. Un préstamo, en el ámbito del mercado, implica necesariamente un intercambio de bienes presentes y futuros. La emisión de medios fiduciarios por parte de un sistema bancario operando con reserva fraccionaria va a causar el fenómeno conocido como ciclo económico. La mayor disponibilidad de crédito creado o crédito circulante (Mises, 1946 [1978: 193-94]) induce a una reducción relativa artificial (por debajo de lo que habría sido sin esa expansión) de las tasas de interés. Lo cual incentiva, de manera generalizada, a llevar a cabo malas inversiones y exceso de consumo (Salerno, 2012b) durante un auge que irremediablemente terminará en una corrección (recesión).
La reserva fraccionaria, por lo tanto, es 1) inherentemente inflacionaria porque tiende a aumentar la oferta monetaria, 2) inherentemente inestable debido a que descalza plazos y 3) causa el ciclo económico al expandir artificialmente el crédito y reducir relativamente las tasas de interés. Estas son las conclusiones de la Economía, no de la Ética ni del Derecho.
Por lo explicado, siempre debemos tener en cuenta que, en el fondo, no es un enfrentamiento estrictamente entre los partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria contra los defensores de la libertad bancaria y el 100 %. Es una discusión sobre si la creación de medios fiduciarios, independientemente de que sean fraudulentos o no, produce el fenómeno conocido como ciclo económico (Salerno, 2010). Este, y no otro, es el núcleo de la cuestión. La creación de medios fiduciarios, sea a través del Banco Central o sea a través de la reserva fraccionaria o ambos, causará el ciclo económico.
Los partidarios de la defensa económica del 100 % de reservas saben que esas tres características naturales de la reserva fraccionaria no podrían sostenerse por demasiado tiempo en un mercado verdaderamente libre (es decir, sin Banco Central, sin FDIC, sin garantías explicitas/implícitas de rescate, sin curso legal y forzoso, etc.). Esa es otra conclusión de la Economía, y no de la Ética. La reserva fraccionaria solo es solvente mientras los depositantes tengan confianza de que sus depósitos son reclamaciones sin riesgo a la par de su efectivo. Si, por cualquier razón (real o imaginaria), surge una mínima duda de que los depósitos se pueden cambiar a efectivo; la reputación del banco como emisor de sustitutos monetarios instantáneamente desaparece (Salerno, 2012a). Si una parte importante de gente va a buscar su efectivo, la propia naturaleza de la reserva fraccionaria determina que, en el momento crítico en que eso ocurre, ningún banco puede proveer el dinero en efectivo. Los bancos con reserva fraccionaria deben necesariamente crear una "clase especial de buena fe" para tener una clientela que trate sus depósitos como sustitutos monetarios. En un mercado realmente libre, esa clase de buena fe es muy costosa de adquirir y de mantener. Emitir medios fiduciarios (depósitos sin cobertura de efectivo) es siempre un negocio precario (Salerno, 2012a). Lo mismo ocurre con el descalce de plazos, en un mercado libre tampoco sobreviraría ni sería fenómeno predominantemente general (Bagus y Howden, 2009).
Como explica Salerno acá y Hülsmann (2003), en un mercado completamente libre de restricciones legales para la producción de dinero y certificados de dinero (genuinos títulos de dinero realmente en depósito), las notas y depósitos de banco con reserva fraccionaria serían desplazadas de la circulación monetaria. Los primeros, y sea en forma de notas o cuentas corrientes, son títulos a dinero presente; el dueño del título mantiene la propiedad del dinero depositado y la institución donde se encuentra está obligada a mantener el 100 %. Los segundos, en cambio, son instrumentos de crédito que "prometen pagar dinero en algún punto en el futuro" cuando se reclame. Es decir, el dueño del título no mantiene la propiedad por el tiempo especificado (o no) del contrato (los bancos con reserva fraccionaria pueden invertir como quieran el dinero de sus depositantes con la única obligación legal de tener dinero disponible al momento en que quien depositó lo demande).
En un mercado libre la información se transmite, y tiene incentivos para ser transmitida, más eficientemente, por lo que el riesgo de impago sobre los "instrumentos fraccionarios" se manifestaría en su precio. Circularían con un descuento respecto a los certificados de dinero. Como no habría seguro federal de depósito ni Banco Central prestamista de última instancia, las notas fraccionarias serían deshomogeneizadas y reconocidas como "marcas" de las diferentes instituciones que las emiten. Esos descuentos variarían de acuerdo a la reputación de la institución, sus reservas, los riesgos percibidos de sus activos, cuanto descalza plazos entre activos (prestamos, inversiones, reservas) y pasivos (notas y depósitos), etc. Como todo eso fluctúa constante y muy impredeciblemente a media que se alteran las reservas, los riesgos, la madurez de los activos, etc.; los descuentos también lo harán. Los siempre fluctuantes tipos de cambio entre cada marca de notas y depósitos con reserva fraccionaria y las demás marcas y el dinero; harían el cálculo económico monetario imposible. Las notas y depósitos con reserva fraccionaria, en un mercado libre, perderían contra los certificados de dinero en la competencia por ser dinero. Quedando relegados, tal vez, a ser activos muy líquidos en el portafolio financiero.
Los más importantes partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria, aun cuando claramente admiten que es inflacionaria ("¿Va a haber inflación? Por supuesto que sí…"); argumentan que hay mecanismos endógenos del sistema que impedirían que lo sea por demasiado tiempo ("¿Va a haber inflación? Por supuesto que sí -pero solo por un tiempo"). Por supuesto, los teóricos del 100 % han demostrado que eso es completamente erróneo. Bagus y Howden (2010b; 2011a; 2012) dan al menos tres razones (el uso de un mercado de préstamo interbancario para sustituir reservas, alargar en el tiempo el periodo de clearing y usar expansión crediticia para incrementar la negociabilidad de los activos de reservas reduciendo los riesgos de iliquidez durante esa expansión) por las cuales las reservas precautorias, el principal limitante a la expansión inflacionaria según la banca libre con reserva fraccionaria, son "frenos" insuficientes.
Los partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria (aunque no todos ellos) se basan en la teoría denominada "equilibrio monetario" que básicamente dice que ante un aumento de la demanda (de reserva) de dinero, el sistema bancario con reserva fraccionaria puede emitir medios fiduciarios para compensar y que esta emisión no causa descoordinaciones generales. Manteniendo así una cierta "estabilidad" del "nivel general" de precios. Lamentablemente para ellos, esa teoría ha sido refutada también por los teóricos del 100 % (Davidson, 2012). Es decir, aun asumiendo que los mecanismos de "feedback" alegados por los partidarios de la banca con reserva fraccionaria funcionaran, el fundamento en el que muchos de ellos basan su teoría, el "equilibrio monetario", es falaz. La emisión de adicionales medios fiduciarios, por más que se detuviera endógenamente en un punto, provocaría distorsiones generales en la economía. Y es que ni siquiera uno de los supuestos fundamentales de la teoría del equilibrio monetario, los precios rígidos (sticky prices), causa los problemas de coordinación que sus partidarios alegan que causa mientras sean libres (Salerno, 1991; Davidson, 2012; Bagus y Howden, 2011b). Y aun asumiendo que los causaran, no se solucionarían con la emisión de medios fiduciarios que dicha teoría propugna. Porque, como ya se dijo, su expansión provoca aún más desajustes en lugar de remediar los que se pretende desde el principio (Davidson, 2012; Bagus y Howden, 2011b; Hoppe, Hülsmann y Block, 1998; Hülsmann, 1996; Huerta de Soto, 1998a; 1998b: 525-56)
Gertchev (2012) demuestra, además, que el mercado interbancario de préstamos es un requisito indispensable de la reserva fraccionaria. Y la existencia del primero, por ende, excluye la posibilidad de cualquier límite natural a la creación de medios fiduciarios, yendo más allá incluso de lo que creían los propios Mises y Rothbard (Gertchev, 2012). La defensa de la banca libre con reserva fraccionaria tiene, adicionalmente, otros varios problemas (Hauwe, 2006) que no se cubrirán en este post.
Un mal entendido que se suele escuchar contra los defensores del 100 % es que supuestamente si los bancos funcionaran con la reserva completa, ello implica que el cobro de dinero propiamente dicho sería perfectamente cierto y seguro. O que no existirían quiebras. Esto no es así en absoluto. Ningún defensor del 100 % ha dicho que, bajo ese sistema, las quiebras desaparecerían o que el 100 % sea una solución perfecta con completa certidumbre para que los depositantes siempre recuperen su dinero (Hülsmann, 1998). Los paraísos en la tierra de completa certidumbre y seguridad jamás son propuestas austriacas. Los economistas austriacos dejan esos delirios paradisíacos a los socialistas. Si nos reducimos solo a ver las quiebras bancarias, los partidarios de la reserva total no dicen que ello impediría que los bancos quiebren. Sino que el 100 % provoca una tendencia a menos quiebras que en un sistema con reserva fraccionaria. La misma existencia de esta última implica una fuente adicional de bancarrotas que no está presente en un sistema dominado por el 100 % de reserva (Hülsmann, 1998).
El descalce de plazos explica la inestabilidad del sistema bancario con reserva fraccionaria. Pero ello en nada implica que el descalce de plazos per se necesariamente cause el ciclo económico (aunque sí provoca la insana situación bancaria con reserva fraccional). Está demostrado que el descalce de plazos en un mercado libre no causa el ciclo económico (Davidson, 2014). Sin embargo, en una situación donde hay intervención coercitiva estatal (con un prestamista de última instancia o garantías implícitas o explicitas de rescate) y reserva fraccionaria (o no), sí puede ser su detonante (Bagus, 2010; Bagus y Howden, 2009; Bagus y Howden, 2010a; Davidson, 2014).
El alegado "periodo de gracia" de suspender pagos en especie por un tiempo estipulado por contrato para combatir las corridas bancarias y que supuestamente mantendría "solventes" a los bancos con reserva fraccionara, tampoco es convincente. Pues transforma un depósito a la vista (on demand) en uno a plazo, esquivando el problema principal (los depósitos a la vista) dado que ningún partidario del 100 % ha rechazado mantener una fracción en un depósito a plazo y, además, interfiere con el mecanismo de pagos (Block y Barnett II, 2005).
3) Genera el ciclo económico: recuerden que el sistema bancario realiza préstamos en cada ronda de creación de oferta monetaria. Un préstamo, en el ámbito del mercado, implica necesariamente un intercambio de bienes presentes y futuros. La emisión de medios fiduciarios por parte de un sistema bancario operando con reserva fraccionaria va a causar el fenómeno conocido como ciclo económico. La mayor disponibilidad de crédito creado o crédito circulante (Mises, 1946 [1978: 193-94]) induce a una reducción relativa artificial (por debajo de lo que habría sido sin esa expansión) de las tasas de interés. Lo cual incentiva, de manera generalizada, a llevar a cabo malas inversiones y exceso de consumo (Salerno, 2012b) durante un auge que irremediablemente terminará en una corrección (recesión).
La reserva fraccionaria, por lo tanto, es 1) inherentemente inflacionaria porque tiende a aumentar la oferta monetaria, 2) inherentemente inestable debido a que descalza plazos y 3) causa el ciclo económico al expandir artificialmente el crédito y reducir relativamente las tasas de interés. Estas son las conclusiones de la Economía, no de la Ética ni del Derecho.
Por lo explicado, siempre debemos tener en cuenta que, en el fondo, no es un enfrentamiento estrictamente entre los partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria contra los defensores de la libertad bancaria y el 100 %. Es una discusión sobre si la creación de medios fiduciarios, independientemente de que sean fraudulentos o no, produce el fenómeno conocido como ciclo económico (Salerno, 2010). Este, y no otro, es el núcleo de la cuestión. La creación de medios fiduciarios, sea a través del Banco Central o sea a través de la reserva fraccionaria o ambos, causará el ciclo económico.
Los partidarios de la defensa económica del 100 % de reservas saben que esas tres características naturales de la reserva fraccionaria no podrían sostenerse por demasiado tiempo en un mercado verdaderamente libre (es decir, sin Banco Central, sin FDIC, sin garantías explicitas/implícitas de rescate, sin curso legal y forzoso, etc.). Esa es otra conclusión de la Economía, y no de la Ética. La reserva fraccionaria solo es solvente mientras los depositantes tengan confianza de que sus depósitos son reclamaciones sin riesgo a la par de su efectivo. Si, por cualquier razón (real o imaginaria), surge una mínima duda de que los depósitos se pueden cambiar a efectivo; la reputación del banco como emisor de sustitutos monetarios instantáneamente desaparece (Salerno, 2012a). Si una parte importante de gente va a buscar su efectivo, la propia naturaleza de la reserva fraccionaria determina que, en el momento crítico en que eso ocurre, ningún banco puede proveer el dinero en efectivo. Los bancos con reserva fraccionaria deben necesariamente crear una "clase especial de buena fe" para tener una clientela que trate sus depósitos como sustitutos monetarios. En un mercado realmente libre, esa clase de buena fe es muy costosa de adquirir y de mantener. Emitir medios fiduciarios (depósitos sin cobertura de efectivo) es siempre un negocio precario (Salerno, 2012a). Lo mismo ocurre con el descalce de plazos, en un mercado libre tampoco sobreviraría ni sería fenómeno predominantemente general (Bagus y Howden, 2009).
Como explica Salerno acá y Hülsmann (2003), en un mercado completamente libre de restricciones legales para la producción de dinero y certificados de dinero (genuinos títulos de dinero realmente en depósito), las notas y depósitos de banco con reserva fraccionaria serían desplazadas de la circulación monetaria. Los primeros, y sea en forma de notas o cuentas corrientes, son títulos a dinero presente; el dueño del título mantiene la propiedad del dinero depositado y la institución donde se encuentra está obligada a mantener el 100 %. Los segundos, en cambio, son instrumentos de crédito que "prometen pagar dinero en algún punto en el futuro" cuando se reclame. Es decir, el dueño del título no mantiene la propiedad por el tiempo especificado (o no) del contrato (los bancos con reserva fraccionaria pueden invertir como quieran el dinero de sus depositantes con la única obligación legal de tener dinero disponible al momento en que quien depositó lo demande).
En un mercado libre la información se transmite, y tiene incentivos para ser transmitida, más eficientemente, por lo que el riesgo de impago sobre los "instrumentos fraccionarios" se manifestaría en su precio. Circularían con un descuento respecto a los certificados de dinero. Como no habría seguro federal de depósito ni Banco Central prestamista de última instancia, las notas fraccionarias serían deshomogeneizadas y reconocidas como "marcas" de las diferentes instituciones que las emiten. Esos descuentos variarían de acuerdo a la reputación de la institución, sus reservas, los riesgos percibidos de sus activos, cuanto descalza plazos entre activos (prestamos, inversiones, reservas) y pasivos (notas y depósitos), etc. Como todo eso fluctúa constante y muy impredeciblemente a media que se alteran las reservas, los riesgos, la madurez de los activos, etc.; los descuentos también lo harán. Los siempre fluctuantes tipos de cambio entre cada marca de notas y depósitos con reserva fraccionaria y las demás marcas y el dinero; harían el cálculo económico monetario imposible. Las notas y depósitos con reserva fraccionaria, en un mercado libre, perderían contra los certificados de dinero en la competencia por ser dinero. Quedando relegados, tal vez, a ser activos muy líquidos en el portafolio financiero.
Los más importantes partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria, aun cuando claramente admiten que es inflacionaria ("¿Va a haber inflación? Por supuesto que sí…"); argumentan que hay mecanismos endógenos del sistema que impedirían que lo sea por demasiado tiempo ("¿Va a haber inflación? Por supuesto que sí -pero solo por un tiempo"). Por supuesto, los teóricos del 100 % han demostrado que eso es completamente erróneo. Bagus y Howden (2010b; 2011a; 2012) dan al menos tres razones (el uso de un mercado de préstamo interbancario para sustituir reservas, alargar en el tiempo el periodo de clearing y usar expansión crediticia para incrementar la negociabilidad de los activos de reservas reduciendo los riesgos de iliquidez durante esa expansión) por las cuales las reservas precautorias, el principal limitante a la expansión inflacionaria según la banca libre con reserva fraccionaria, son "frenos" insuficientes.
Los partidarios de la banca libre con reserva fraccionaria (aunque no todos ellos) se basan en la teoría denominada "equilibrio monetario" que básicamente dice que ante un aumento de la demanda (de reserva) de dinero, el sistema bancario con reserva fraccionaria puede emitir medios fiduciarios para compensar y que esta emisión no causa descoordinaciones generales. Manteniendo así una cierta "estabilidad" del "nivel general" de precios. Lamentablemente para ellos, esa teoría ha sido refutada también por los teóricos del 100 % (Davidson, 2012). Es decir, aun asumiendo que los mecanismos de "feedback" alegados por los partidarios de la banca con reserva fraccionaria funcionaran, el fundamento en el que muchos de ellos basan su teoría, el "equilibrio monetario", es falaz. La emisión de adicionales medios fiduciarios, por más que se detuviera endógenamente en un punto, provocaría distorsiones generales en la economía. Y es que ni siquiera uno de los supuestos fundamentales de la teoría del equilibrio monetario, los precios rígidos (sticky prices), causa los problemas de coordinación que sus partidarios alegan que causa mientras sean libres (Salerno, 1991; Davidson, 2012; Bagus y Howden, 2011b). Y aun asumiendo que los causaran, no se solucionarían con la emisión de medios fiduciarios que dicha teoría propugna. Porque, como ya se dijo, su expansión provoca aún más desajustes en lugar de remediar los que se pretende desde el principio (Davidson, 2012; Bagus y Howden, 2011b; Hoppe, Hülsmann y Block, 1998; Hülsmann, 1996; Huerta de Soto, 1998a; 1998b: 525-56)
Gertchev (2012) demuestra, además, que el mercado interbancario de préstamos es un requisito indispensable de la reserva fraccionaria. Y la existencia del primero, por ende, excluye la posibilidad de cualquier límite natural a la creación de medios fiduciarios, yendo más allá incluso de lo que creían los propios Mises y Rothbard (Gertchev, 2012). La defensa de la banca libre con reserva fraccionaria tiene, adicionalmente, otros varios problemas (Hauwe, 2006) que no se cubrirán en este post.
Un mal entendido que se suele escuchar contra los defensores del 100 % es que supuestamente si los bancos funcionaran con la reserva completa, ello implica que el cobro de dinero propiamente dicho sería perfectamente cierto y seguro. O que no existirían quiebras. Esto no es así en absoluto. Ningún defensor del 100 % ha dicho que, bajo ese sistema, las quiebras desaparecerían o que el 100 % sea una solución perfecta con completa certidumbre para que los depositantes siempre recuperen su dinero (Hülsmann, 1998). Los paraísos en la tierra de completa certidumbre y seguridad jamás son propuestas austriacas. Los economistas austriacos dejan esos delirios paradisíacos a los socialistas. Si nos reducimos solo a ver las quiebras bancarias, los partidarios de la reserva total no dicen que ello impediría que los bancos quiebren. Sino que el 100 % provoca una tendencia a menos quiebras que en un sistema con reserva fraccionaria. La misma existencia de esta última implica una fuente adicional de bancarrotas que no está presente en un sistema dominado por el 100 % de reserva (Hülsmann, 1998).
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