sábado, 30 de abril de 2016

Como el capitalismo del siglo XIX benefició a los trabajadores

New York, 1900. Fuente: Alamy

En el año 2014 se publicó un libro (van Zaden, et al. 2014) con las más modernas estimaciones de estadísticas de bienestar a nivel mundial desde 1820 en adelante. En este post, veremos cómo evolucionaron los salarios reales de los trabajadores desde 1820 hasta 1900.

Primero una aclaración obvia: como todo el mundo supone, en el siglo XIX no habían abundantes estadísticas precisas con índices de precios o salarios. Por ende, los economistas e historiadores hacen cuanto pueden con lo que tienen y con los pocos datos que consiguen. Por ejemplo, calcular un Indice de Precios al Consumidor (IPC) a lo largo de un tiempo largo es muy problemático. Hay que considerar cambios en los precios relativos entre bienes complementarios y la introducción de nuevos bienes (vía mejoras tecnológicas o mediante comercio internacional) que pueden causar que se sobre o subestimen las verdaderas subas de precios, existen adicionales problemas que surgen de hacer comparaciones internacionales de salarios reales dado que dietas y patrones de consumo difieren radicalmente, etc. (de Zwart, et al. 2014) 

Para lidiar con eso, se puede usar una canasta de bienes basada en la cantidad estándar de proteínas (40 gramos por día, mínimo) y calorías (1940 calorías por día, mínimo) que se consumen y que provienen de los carbohidratos más baratos del área (en Asia el arroz, en Africa el maíz y la yuca, en Europa del norte avena, etc.). Además, la canasta contiene unas comidas más aparte de las anteriores, algo de ropa y combustible (de Zwart, et al. 2014). A continuación se muestra cuantas de estas canastas de subsistencia diaria puede comprar un salario diario de un trabajador (no calificado, hombre) de la construcción. Este índice refleja el nivel absoluto del salario real basado en una canasta de mínima subsistencia y, por ende, también puede ser una medida absoluta de bienestar. Es una especie de línea de pobreza dado que se relaciona con la cantidad de veces que un trabajador no calificado de la construcción puede comprar la canasta mínima requerida para subsistir a diario (de Zwart, et al. 2014). En palabras simples, 1 es la "línea de pobreza" absoluta. Para "subsistir" se necesita poder comprar 1 canasta al día. 

Dado que tampoco existía un "índice de salarios" en 1820 para los salarios nominales, se usan los sueldos de los trabajadores de la industria de la construcción. ¿Por qué? Porque la construcción fue una de las más importantes industrias en el mundo pre-industrial. Además, la naturaleza del trabajo no ha cambiado mucho desde la era medieval. La evidencia sugiere que los salarios de los trabajadores de la construcción son indicativos de la tendencia de la media de los ingresos (de Zwart, et al. 2014).

Veamos ahora cómo se comportaron los salarios reales en algunas zonas del mundo desde 1820 hasta 1900 por década:

Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia) de
Europa occidental, promedio por década, 1820-1900

En Europa occidental los trabajadores pasaron de poder comprar aproximadamente 11 canastas de subsistencia diaria en los 1850s a 19 en 1900s.

Particularmente importante es ver la evolución del salario real en Europa occidental (Reino Unido, Países Bajos, Francia, Alemania, Italia, España y Suecia). ¿Por qué? Porque allí es donde la revolución industrial surge primero y donde más desarrollado se encuentra el capitalismo relativamente a otras partes del mundo en el periodo. Por ende, según las doctrinas marxistas, es ahí donde debería haber una tendencia de los salarios reales a mantenerse en el nivel de subsistencia.

Ahora bien, la evidencia histórica disponible demuestra que no existió ninguna tendencia de los salarios reales a caer  o mantenerse en el nivel de subsistencia durante la era del capitalismo de la segunda mitad del siglo XIX en la región que era más "capitalista": Europa occidental.

Este incremento descomunal en el ingreso real de los trabajadores no calificados occidentales respecto a otras partes del mundo es un fenómeno que se conoce como "la gran divergencia". Es decir, el incremento desigual del nivel de vida entre el mundo occidental y otras partes como la región asiática.

Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia) de 
Europa del este, promedio por década, 1820-1900

Observen que incluso Europa del este (Rusia y Polonia) se benefició de la explosión capitalista.

Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia) de 
Vástago occidental, promedio por década, 1820-1900
 

Aunque los datos para el Vástago occidental (Estados Unidos, Australia y Canadá) están incompletos, se observa también la tendencia al incremento del nivel de vida. 

Adicionalmente, se puede ver que el nivel de salarios reales es muy superior al de las demás regiones. Una posible explicación para esa desproporcionada diferencia son los precios relativos: los precios de los principales alimentos básicos, que son la parte principal de la canasta de subsistencia, eran relativamente bajos en esos países ricos en tierras (de Zwart, et al. 2014).

Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia) de 
Latinoamérica, promedio por década, 1820-1900
 

Incluso en Latinoamérica (México, Brasil y Argentina) se ve una suba importante.


Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia) del este de Asia, sur y sudoeste de Asia, medio oriente y Africa del norte y Africa subsahariana, promedio por década, 1820-1900

Por otro lado, tanto el sur y sudeste de Asia (India, Indonesia y Tailandia) como el medio oriente y el norte de Africa (Egipto y Turquía) se mantuvieron estancados en el periodo. Mientras tanto el salario real del este de Asia (China y Japón) y Africa subsahariana (Kenia, Nigeria y Sudáfrica) claramente aumenta desde mitad del siglo XIX. Pero como parten de mucha mayor pobreza que occidente, en términos de nivel, su suba no aparenta ser importante. 

Dado que el capitalismo no se extendió uniformemente por el planeta, sino que comenzó en ciertas regiones primero para ulteriormente desplegarse; no debería extrañar a nadie el desigual aumento del nivel de vida que caracteriza a la "gran divergencia". Tampoco debería asombrar que en regiones aún poco afectadas por el capitalismo no hayan tenido crecimiento de salarios reales. 

La distancia entre la cantidad de canastas que compraba un occidental y las que podían comprar los de las demás regiones determinaba niveles de vida completamente diferentes. Un salario de un trabajador hombre en Europa occidental compraba, digamos, 12 veces su consumo mínimo diario. Debido a ello le quedaba más renta disponible y podía aumentar su inversión en educación, salud y productos industriales (de Zwart, et al. 2014).

Salario real (en cantidad de canastas de subsistencia)
del 
mundo, promedio por década, 1820-1900

Gracias al capitalismo de la segunda mitad del siglo XIX, el salario real medio de los trabajadores no calificados aumentó constantemente en el mundo.

Toda la moderna evidencia científica e histórica demuestra que el capitalismo del siglo XIX en general y el de su segunda mitad en particular elevó el salario real y bienestar de los trabajadores como nunca en la historia. Y ello ocurrió con un Estado que, en términos relativos al de hoy, era pequeño, bajo Patrón Oro y sin estado de bienestar.

La verdadera "revolución proletaria"* fue la del capitalismo.





* Entendiendo "revolución" en su sentido estricto de un cambio rápido y profundo en el nivel de vida de los trabajadores.


 



van Zanden, Jan L., et al. [Eds.] (2014), How Was Life?: Global Well-being since 1820. OECD Publishing.

de Zwart, Pim; van Leeuwen, Bas y van Leeuwen-Li, Jieli (2014), "Real wages since 1820". En Jan Luiten van Zanden, et al. (Eds.) How Was Life?: Global Well-being since 1820. OECD Publishing.

sábado, 23 de abril de 2016

La muerte de la hiperinflación argentina: el decreto 435/90


Ya vimos que el plan gradual inicial de Menem fracasó. En enero de 1990 nuevamente surgen tasas mensuales superiores a 50 % y, por ende, la hiperinflación no había muerto. Luego del hundimiento de su gradualismo en los primeros meses, la economía argentina nuevamente se movía hacia el abismo en el fin de 1989 y los dos primeros meses de 1990. Menem tuvo entonces que emplear el shock para, por fin, enfrentar la situación extrema.

"Pensamos hacer un plan gradual y nos salió de shock" dijo un integrante del equipo económico (de Pablo, 2005: 390). Un día domingo, el 4 de marzo de 1990, Menem y su ministro de economía Erman Gonzalez, lanzan la ofensiva antiinflacionaria definitiva: el decreto 435/90. Acá les paso solo 4 artículos del mismo:

Artículo 1° — El Banco Central de la República Argentina, no podrá directa ni indirectamente, financiar el déficit operativo del Tesoro Nacional a partir de la entrada en vigencia del presente Decreto.
Artículo 2° — El Banco Hipotecario Nacional cesará su operatoria minorista a partir del 5 de marzo de 1990. El Banco de la Nación Argentina se hará cargo de la cartera activa y pasiva del Banco Hipotecario Nacional.
Artículo 3° - Decláranse de plazo vencido a la fecha de vigencia del presente Decreto las deudas de todas las entidades financieras con el Banco Central de la República Argentina por préstamos y toda otra modalidad de asistencia financiera otorgada por éste a aquéllas…
Artículo 7° — El Banco Central de la República Argentina no podrá realizar operación alguna de redescuento ni toda otra que implique expansión monetaria directa ni indirecta sin autorización previa expresa del Ministro de Economía.

Estas medidas también se conocieron como el "plan Erman III". Es poco usual algo tan claro y tan directo desde el vamos como lo expresado en el Artículo 1°. De entrada se atacó la raíz del problema: la expansión monetaria para financiar el déficit del gobierno. No hay dudas de la naturaleza de "shock" del programa. Como consecuencia, la hiperinflación llegó a su fin inmediatamente luego de firmarse el decreto. En el siguiente gráfico se señala el mes en que se firmó el decreto 435/90, el mes en que implementó la ley de convertibilidad, se muestra la inflación mensual del IPC y además agrego la inflación mensual de los precios mayoristas (Indice de precios internos al por mayor o IPIM) para mayor rigurosidad:

Tasa de inflación mensual del IPC e IPIM
de Argentina, 1988-1991. Fuente: INDEC

Recuerden que la hiperinflación termina el mes previo a que la inflación mensual caiga debajo del 50 % y permanezca allí por un año. Por ende, la hiperinflación argentina acabó el mismo mes en que se firmó el decreto 435/90 y se decidió terminar con la expansión monetaria para financiar el déficit gubernamental (y del banco central). Un año luego de marzo de 1990, la inflación mensual se mantuvo todos los meses muy por debajo del 50 % mensual.  

Hay otra conclusión interesante y que va en contra de lo que la inmensa mayoría de la gente cree: en términos de la definición estricta de hiperinflación y en términos de las medidas concretas que lo lograron, la hiperinflación argentina terminó gracias al decreto 435/90 y no debido a la ley de convertibilidad. Para cuando la convertibilidad se impuso, en marzo de 1991, la hiperinflación ya había casi muerto (un año sin inflación mensual de 50 % partiendo del mes en el que bajó de ese porcentaje). No estoy diciendo para nada que la convertibilidad no ayudó a combatir la inflación, nadie serio diría eso. De hecho, observen como su introducción en marzo de 1991 ayudó a detener un rebrote inflacionario entre enero y febrero producto de la suba de las tasas de expansión monetaria mensual a fines de 1990 (ver los gráficos de abajo) y de la expansión monetaria de febrero causada por Cavallo al pagarle a los proveedores del Estado. Pero el "mérito" de acabar solo con la hiperinflación es más de Erman Gonzalez que de Domingo Cavallo, si se quiere saber qué ministro de economía lo logró. 

La inflación interanual también comprueba como la hiperinflación comienza la retirada inmediatamente luego del decreto:

Tasa de inflación anual del IPC e IPIM 
de Argentina, 1988-1991. Fuente: INDEC

¿Fue magia? ¿Acaso el Estado puede combatir una hiperinflación "por decreto"? Claro que no. Solo las acciones concretas y correctas logran resultado. Ese combate definitivo contra la hiperinflación se ganó porque se redujo considerablemente la cantidad de dinero que se emitía, como se ve a continuación:

Tasa de variación anual de agregados monetarios 
de Argentina, 1988-1991. Fuente: BCRA

Observen como luego del decreto 435/90 la tasa a la que crecen la oferta monetaria más restringida (base monetaria y circulación monetaria) y la oferta monetaria más amplia (M1, M2 y M3) cae brutalmente. Atención a esto: no es que se contrajo el stock de moneda. La cantidad de dinero seguía creciendo, pero la tasa (interanual) a la que lo hacía disminuyó considerablemente. También se comprueba si vemos la variación mensual:

Tasa de variación mensual de agregados monetarios 
de Argentina, 1988-1991. Fuente: BCRA

Luego del decreto por el que se deja de financiar al gobierno imprimiendo dinero, la tasa de variación mensual de todas las medidas elegidas de oferta monetaria se reducen considerablemente y lo hacen por varios meses. 

En meses posteriores al decreto 435/90 el sector público deja de ser un factor preponderante entre los que expanden la base monetaria, tal y como fue durante 1989.

Factores de expansión de la base monetaria
de Argentina, 1989-1990. Fuente: BCRA

Para entender el gráfico de arriba se debe tener en cuenta que la base monetaria tiene factores que la expanden (hacen que aumente) o la contraen (hacen que disminuya). Supongan que la base monetaria pasa de 100 en enero a ser 300 en febrero, por ende, la base varió en 200 de un mes para el otro. Supongamos además que hay solo dos factores y uno expandió la base en 300 (llevándola a estar en 400) mientras el otro factor la contrajo en -100 (llevándola a estar en 300). Los 200 que varió la base son el resultado neto de sumar 300 y restar 100 a los 100 de base inicial. Si dividimos los 300 del factor que expandió en los 200 que varió la base, nos da 150 %. Y si dividimos los -100 del factor que contrajo nuevamente en los 200 que varió la base, nos da -50 %. Esos porcentajes son los que aparecen en el gráfico.  

Adicionalmente, con el decreto 435/90 se realiza un importante ajuste fiscal.

Gastos totales, ingresos totales y resultado financiero del
Sector Público Argentino en porcentaje del PBI. Fuente: Ferreres (2010)

El gasto público total del Sector Público Argentino medido como porcentaje del PBI pasa del 38% en 1989 a 31 % en 1990. Gracias a todo eso, la economía por fin empezó a reaccionar:

PBI real trimestral, 1987-1991. Fuente: Martínez (1999

Observen que luego del primer trimestre de 1990 (que engloba enero, febrero y marzo, este último mes es cuando se firma el decreto 435), la economía comienza a salir de la recesión que venía desde el segundo trimestre de 1988.

No hay espacio en este post para analizar el déficit cuasifiscal del BCRA que también contribuyó a la expansión monetaria y, por ende, a la hiperinflación y que se combatió en parte con otra medida previa: el Plan bonex en enero de 1990. 

En conclusión, este caso histórico ilustra que la forma de resolver definitivamente el problema de la inflación y la hiperinflación (que no es otra cosa que una inflación severa) en Argentina, fue parar de emitir tanto. Ya sea para financiar al gobierno o para financiar la deuda del banco central, la excusa es irrelevante. El gradualismo no funcionó, fue un shock severo de medidas adecuadas lo que resolvió el problema.








de Pablo, Juan C. (2005) La Economía Argentina en la segunda mitad del siglo XX. Tomo II. Buenos Aires: Editorial La Ley. 

Ferreres, Orlando J. (2010) Dos Siglos de Economía Argentina 1810-2010. Edición Bicentenario. Buenos Aires: El Ateneo y Fundación Norte y Sur.

Martínez, Ricardo G. (1999) "Recopilación de series históricas del producto y del ingreso". LC/BUE/R.242. Buenos Aires: CEPAL.

jueves, 21 de abril de 2016

El fracaso gradualista de Menem


Carlos Menem asume la presidencia de Argentina en julio de 1989. Lo hizo varios meses antes de lo previsto debido a que una hiperinflación se había desatado, sumada a la recesión que venía desde hacía un año y a un caos social muy importante. Ello provocó que el presidente anterior, Raúl Alfonsín, renunciara.

Pero empecemos con lo básico: ¿Cómo medimos una hiperinflación?

Siguiendo la definición clásica de Cagan (1956), una hiperinflación comienza en el mes en que la suba de precios excede el 50 % respecto del mes anterior. Es decir, cuando la inflación mensual es de más de 50 %, ha iniciado la hiperinflación. Y termina el mes previo a que la suba mensual de precios caiga por debajo de 50 % y permanezca así por lo menos un año. Cuando hablamos de "los precios" la medida standard es el Indice de Precios al Consumidor (IPC). Veamos ahora la inflación mensual de Argentina entre 1988 y 1991:

Tasa de inflación mensual según IPC
de Argentina, 1988-1991. Fuente: INDEC
La línea roja en al gráfico delimita el 50 % mensual de inflación. Por encima de ella, estamos en hiper. Estrictamente hablando, la hiperinflación argentina comienza en mayo de 1989*. En ese mes la suba del IPC fue 78,5 % mayor que la del mes anterior. Para que nos demos una idea de cómo es la situación, los precios subieron más de 78 % solo de un mes para el otro. 

Sin embargo, eso fue solo el precalentamiento. Un mes más tarde, en junio, esos precios (que ya habían subido brutalmente de un mes a otro) volvieron a aumentar. Esta vez, un inconcebible 114,5 % únicamente entre mayo y junio. Pero todavía faltaba el plato principal.

En julio de 1989 los precios se incrementaron 196,6 % respecto al mes de junio. Y recuerden que en junio los precios ya habían subido inmensamente. Imaginen lo que es que, a partir de un nivel ya aumentó 114 % hace un mes, los precios suban ahora otro 197 % adicional. La hiperinflación argentina en ese momento está en su climax. Es entonces cuando el presidente Raúl Alfonsín renuncia y asume anticipadamente el recientemente electo Carlos Menem

Luego de la salida anticipada de Alfonsín y en medio de la hiperinflación, Menem inicia su gestión con el llamado “Plan Bunge y Born” o “Plan BB”. Iniciado por Miguel Roig, el plan continuó con Néstor Rapanelli porque Roig murió a los cinco días de asumir. Por supuesto, uno de los objetivos inmediatos del plan es un ataque contra la suba masiva de precios. Las medidas para ello fueron (de Pablo, 2005: 351-75):

(1) Controles directos de precios:
  • (a) Fijar el tipo de cambio: un día después de asumir Menem, el BCRA saca la comunicación 1.482 que dice que fijaría diariamente el tipo de cambio. Se devaluó y se fijó inicialmente un precio del dólar artificialmente depreciado a 655 australes (¡un valor nominal en ese momento incluso más elevado que el paralelo!) sin determinar ningún plazo. No pudieron defender demasiado ese valor de dólar, para diciembre el oficial ya estaba en 1.010 australes y el paralelo en 1.540, una brecha con el mismo nivel pre devaluación. Desdoblaron el mercado oficial cambiario, en uno el BCRA tenía un dólar fijado diariamente y en el otro era oferta y demanda.
  • (b) Aumentos salariales por decreto: se convocó por decreto de forma urgente a convenios colectivos de trabajo para fijar remuneraciones del tercer trimestre aclarando que si los precios subían más de 15 % podrían volver a convocar paritarias para el periodo siguiente. Se acordaron aumentos de entre 160 % y 191 %. Se saco otro decreto creando una asignación especial no remunerativa de 8 mil australes (12,3 dólares). Un posterior decreto aumentó los salarios del sector público un 175 %.
  • (c) Acuerdos y congelación de precios: un día después de asumir Menem, 9 de julio, Comercio Interior congeló los precios al 3 de julio. Además fijaba (arbitrariamente, claro) cual sería el criterio para modificarlos. El 17 de julio se firma un documento entre el gobierno y 185 empresas y corporaciones acordando fijar los precios y no modificarlos de ahí en más mientras el gobierno mantuviera el tipo de cambio y las tarifas en sus valores actuales y la tasa de interés en línea con esas variables. En septiembre de volvieron a congelar los precios y los alquileres.
  • (d) Aumentos de tarifas: el nivel general subió 688 % solo en julio, pero no fue una suba uniforme. Los combustibles aumentaron 584 % y la electricidad 1.081 %. Transportes y comunicaciones 805 % y las de industrias y servicios 1.690 %. Esto fue lo único del programa BB que fue menos gradual.
Tarifas públicas deflactadas por IPC, enero de 1989 = 100. Fuente: de Pablo (2005: 358)
Dado que julio es el pico de la hiperinflación, al deflactar con precios al consumidor los precios de los servicios públicos, los aumentos no son tan exorbitantes como se ven nominalmente. El nivel general subió casi 700 % nominal en un mes pero solo 159 % real (deflactado). Todos los demás meses de 1989, previos y posteriores a esa suba, los precios reales de las tarifas bajaron.

(2) Política fiscal:
  • (a) Ingresos: predeciblemente, la rapiña estatal se incrementó. Se creó la “contribución solidaria” con alícuotas de 0,5 % y 2 % según el nivel de ingresos obtenidos en 1988 para financiar un programa de asistencia social. Se estableció un “gravamen de emergencia” (por única vez) de 4 % de los activos financieros (depósitos en moneda nacional indexados, bonos externos, títulos públicos Letras ajustables del Tesoro, etc.) existentes al 9 de julio de 1989. Regímenes de facilidades de pago. Se estableció por tres años un impuesto de 1 % a los activos de las sociedades y personas físicas radicados dentro del país (los del exterior quedaron exentos), salvo Tierra del Fuego. Un impuesto de 0,3 % a los débitos en cuenta corriente. Un impuesto de entre 1 % y 2,5 % según modelo y origen (nacional o importado) al valor de autos, yates y aviones. Un impuesto de 30 % (por única vez y no deducible del impuesto a las ganancias) sobre las utilidades de entidades financieras determinadas por el incremento patrimonial entre el 30 de septiembre de 1988 y el mismo día de 1989. Un impuesto del 6 % del resultado neto de la empresa por los servicios prestados de entidades financieras. Y varios impuestos más (de Pablo, 2005: 359). Probablemente el factor más importante fue que la caída inicial de la inflación por el programa económico afectó favorablemente la recaudación real.
  • (b) Gastos: también de forma anticipable, los gastos no bajaron. Se otorgó una asignación especial para jubilados y pensionados (equivalentes a 8,5 dólares mensuales) entre julio y agosto. Crearon “Bonos nacionales solidarios de emergencia” por un equivalente de 60 millones de dólares, los cuales eran personales y únicos para personas que acreditaran estar en estado de necesidad alimentaria siendo otorgados quincenalmente para adquirir productos en comercios adheridos al programa de emergencia. Se creó un régimen jubilatorio y de pensiones especial para personal de buques incapacitos durante la guerra de Malvinas (82 % de la remuneración de activo). Una pensión mensual, inembargable y vitalicia (equivalente a la pensión mínima) para madres de 7 hijos o más (de Pablo, 2005: 359-60). 
Como consecuencia, no hubo un ajuste fiscal en 1989. Todo lo contrario, el gasto público subió considerablemente en ese año como se ve a continuación:

Gastos totales, ingresos totales y déficit fiscal
del Sector Público Argentino, como porcentaje 

del PBI. Fuente: Ferreres (2010)
La oferta monetaria siguió creciendo desmesuradamente. Solo entre julio y noviembre de 1989 la base monetaria aumentó 31,8 % mensual y 162,6 % deflactada por precios mayoristas, M1 creció 37,4 % mensual y 210,2 % en el periodo deflactada por precios mayoristas. El M2 aumentó 28,1 % mensual 134,6 % en el periodo, deflactada por precios mayoristas (de Pablo, 2005: 362).

En resumen: el "plan BB" se basó en acuerdos y controles de precios (las que se llaman "políticas de ingreso"), fijación arbitraria del tipo de cambio mientras se expandía la oferta monetaria, aumentos de salarios por decreto y evitar hacer un ajuste fiscal creando nuevos impuestos y aumentando el gasto.

Como suele ser usual en este tipo de planes graduales, al principio parecía funcionar. La tasa de inflación baja enormemente en agosto de 1989 y se mantuvo bajando hasta noviembre. Solo cuatro meses duró el aparente "éxito" del programa. La euforia del nuevo gobierno y un leve cambio de expectativas ayudaron. Pero dado que no se tomó ninguna medida que realmente resuelva el problema monetario, la inflación volvió a asomar su cabeza en con el aumento de noviembre y luego abruptamente en diciembre.

La brecha entre el dólar oficial y paralelo fue casi cero los primeros meses del plan BB hasta fines de septiembre. Desde entonces, aumentó de manera sistemática, oscilando entre 40 % y 60 % desde mitad de noviembre (de Pablo, 2005: 353). El aumento de la brecha revelaba que desde comienzos de octubre se puso en duda la efectividad del esquema antihiperinflacionario (de Pablo, 2005: 372).

Como se ve en el gráfico, la hiperinflación no fue derrotada con el plan BB y continuó con mucha fuerza. Es verdad que la inflación mensual cayó debajo del 50 %, pero no se mantuvo en ese nivel por un año. Por ende, la hiperinflación no había acabado, sino que continuaba. Con la inflación y devaluación de diciembre de 1989, la hiper mostró que solo había estado "durmiendo" unos meses para volver nuevamente. Y ni siquiera estamos tomando en cuenta que el plan tampoco ayudó a detener la recesión que venía desde el segundo trimestre de 1988. El fracaso fue total, en términos de inflación y actividad (las reformas estructurales del Estado que se comenzaron a hacer son otro tema a analizar luego). Con la hiperinflación todavía en pie, con un dólar fijado a un precio absurdamente bajo (por ende, con una devaluación inminente), con pocas miras de salir de la recesión y con la renuncia de Rapanelli el 18 de diciembre de 1989; terminó la etapa del gradualista plan BB.





* No es que antes de eso estaba "todo normal". En abril los precios al consumidor subieron más de 33 % solo ese mes y en marzo un 17 % con respecto a febrero. Había una inflación monumental previa, pero usando el criterio de ">50 %" la hiper empieza en mayo.




Cagan, Phillip D. (1956) "The Monetary Dynamics of Hyperinflation". En Friedman, Milton Ed. (1956) Studies in the Quantity Theory of Money. Chicago: University of Chicago Press.

de Pablo, Juan C. (2005) La Economía Argentina en la segunda mitad del siglo XX. Tomo II. Buenos Aires: Editorial La Ley. 

Ferreres, Orlando J. (2010) Dos Siglos de Economía Argentina 1810-2010. Edición Bicentenario. Buenos Aires: El Ateneo y Fundación Norte y Sur.

sábado, 2 de abril de 2016

Pobreza en Argentina (actualización al 2015 de la UCA)


La UCA ha publicado recientemente el porcentaje de pobreza para el año 2015, el último de gobierno de los Kirchner. No he encontrado actualizaciones para 2015 de otras instituciones, así que el gráfico de pobreza de argentina queda así:


El porcentaje de pobreza para el año 2015, según la UCA, es de 29 % de las personas en Argentina. Un leve incremento respecto del 28,7 % de 2014. Nuevamente, debo decirle al lector kirchnerista que, si lo desea, puede seguir el “camino amarillo” hacia el mundo de fantasía donde la pobreza es 4,7 %.


Observen que el promedio de tasas de pobreza del kirchnerismo (2003-2015), usando datos de la UCA, bajó levemente respecto al post anterior desde 31 % al 30,8 %, aun cuando la tasa de pobreza de 2015 es un poco superior al 2014. ¿Por qué ocurrió eso? Simple, en el último informe de la UCA de este año, que abarca 2010-2015, y desde 2015 el dato del año 2010 ha sido revisado a la baja desde 29,5 % a 28,2 %. Aun así, el promedio final de pobreza del kirchnerismo sigue siendo casi el mismo y no afecta para nada la conclusión.

El fracaso del relato del kirchnerismo es total en términos de pobreza. El promedio del periodo de los Kirchner es mayor que el de Menem y de la convertibilidad*. Además, no ha dejado de aumentar desde 2012.



* Es cierto que al tomar los datos desde el segundo semestre de 2003 para hacer el promedio para abarcar al kirchnerismo, se incluye un pico elevado (aunque no el más alto) de la pobreza. Pero no es menos cierto que tomar todo 1990 para abarcar al menemismo también incluye el primer semestre de ese año que es otro pico muy alto (tampoco el más alto). Además, según el relato K, empieza un supuesto "cambio" desde mayo de 2003, por lo que el segundo semestre de ese año entra dentro del kirchnerismo, según su propia retórica.

La "Rota" URSS


Me entero hace poco de la existencia de este documental llamado "La Otra URSS" que supuestamente muestra los “logros” no contados de la Unión Soviética. Sin embargo, en este post veremos que solo los primeros dos minutos están repletos de mitos y errores.


Luego del primer minuto de presentación, los siguientes dos minutos contienen (a) un deliberado intento de engañar o (b) un error flagrante. Me refiero especialmente al siguiente gráfico del minuto 01:11 en el que se ve el PBI de la época zarista:


Sin importar cuál sea el caso, el hecho es que veremos que es falso decir que el PBI estuvo “prácticamente estancado” en los años finales del régimen zarista si nos fijamos solo en el gráfico como hace el documental. La serie de la imagen es la de Maddison, que es idéntica a la del trabajo clásico de Gregory (1982: 60-61) que estima el ingreso per cápita (en rublos a precios de 1913) desde 1885 hasta 1913.

Hay dos claros fallos en el gráfico del vídeo, uno más elemental que el otro:

(1) Dejando de lado el obvio yerro del título del gráfico, pues no es la “Evolución del PBI” sino la del “PBI per cápita”, claramente si se está hablando del régimen zarista es un error incluir un periodo que no pertenece al régimen zarista. Cualquiera sabe que este último cayó en la revolución
de octubre (noviembre) de 1917 y lo que le sigue no puede pertenecer a él. 


No existe ninguna razón por la cual haya que incluir 1918-1921 (periodo conocido como "comunismo de guerra")si se está mencionando al periodo de los zares. Por lo tanto, el gráfico debería ser este:


Observen que si solo se mira el gráfico, como se hace en el documental, en la tendencia del periodo 1885-1917 no hay un estancamiento. Es cierto que entre 1885 y 1891 se nota claramente un estancamiento y es cierto que el PBI per cápita ruso entre 1885 y 1917 tiene numerosas subidas y bajadas, crisis y auges. Pero la tendencia es irrefutablemente creciente, si tomamos en cuenta todo el periodo y solo vemos el gráfico como lo hace el documental.

De hecho, si se desea ser justos en el análisis, ni siquiera hay que incluir los años de un acontecimiento anómalo como una guerra mundial. Una guerra así de grande puede en algunos casos reducir o agrandar irregularmente un PBI de forma artificial y temporal. Es por ello que las guerras mundiales, como otras circunstancias muy singulares, se suelen sacar del análisis. De la misma forma en que se deberían quitar los años de la Segunda Guerra Mundial al analizar la URSS. Por lo que el periodo zarista, correctamente observado, queda así:


Si solo lo observamos a simple vista, de nuevo, como se hace en el documental, la tendencia es aún más reconociblemente ascendente que antes. Si vamos más allá de lo visual, la tasa anual de crecimiento compuesto del periodo es de 1,8 % para un periodo de casi 30 años. Por lo tanto, usando la forma visual de análisis del propio documental, no es correcto decir que el PBI per cápita ruso del periodo zarista, correctamente tomado y partiendo desde 1885, estuvo “prácticamente estancado” porque incluso tomando en cuenta los años 1914-1917 la tendencia es claramente creciente.

La opción de la mala intención adquiere más fuerza pues es ampliamente sabido que el PBI de un país beligerante que sufre daños o que es invadido, usualmente cae durante una guerra como la de 1914-1918. Adicionalmente, el PBI se desmorona cuando se aplica una política colosalmente destructora como por ejemplo el socialismo total, tal y como ocurrió en Rusia en 1917-1921. Hay una gran probabilidad de que quien hizo el gráfico deliberadamente incluyó el periodo 1914-1921 mientras menciona al zarismo porque esa caída monstruosa e inusual (guerra mundial + socialismo puro) hacia el final de la serie le sirve para aportar un punto muy bajo y apuntalar la tesis de “estancamiento”.

(2) Pero aún si tomáramos el periodo 1885-1917 donde no existe visualmente una tendencia plana que marque estancamiento, podemos buscar una forma de aparentar que la hay. El segundo y más burdamente grosero error del gráfico es poner una escala absurdamente elevada en el eje vertical (donde están los valores de PBI per cápita). 

Observen la “magia” que ocurre al colocar un eje que llega hasta 600 para una serie de datos que va de 50 hasta 100:


¡Es un milagro! La línea de antes con tendencia creciente ahora aparenta verse plana. Claro, esta vez puedo aceptar el pretexto de que este error no es mala fe. Pues el gráfico se muestra “cortado” de uno mucho más amplio cuyos valores posteriores crecen hasta 500. Pero aun asumiendo que no hay mala fe para mostrar el “estancamiento”, sigue siendo un craso error presentar el periodo 1885-1921 sin una escala seriamente ajustada.

Per
o incluso suponiendo que el documental estuviera en lo correcto y no cometió los dos ridículos errores mostrados antes, no es cierto que la URSS fue un éxito en términos comparativos de PBI per cápita. Si se compara su PBI per cápita con el de Estados Unidos en igual periodo, la URSS jamás fue rival. Incluso si se compara la Unión Soviética con países que no eran potencias pero tenían un ingreso similar en 1930 se ve como el crecimiento soviético no fue nada extraordinario. De hecho, a partir de los 70’s e incluso antes la URSS se queda atrás de algunos. Descontando el fracaso que fue Stalin. Y espero que no se contra argumente que el PBI no mide “todo el bienestar” o que “no lo es todo”, porque el documental pone al inicio como primer trofeo de victoria el PBI. Por tanto, este post se circunscribe solo a eso: el inicio del documental y al PBI que se muestra en el comienzo.

Además de lo anterior, en 01:29-01:35 se le echa la culpa a la Primera Guerra Mundial y a la “guerra civil” de que los años 1918-1921 fueran “complicados”. Afirmación falsa pues el colapso económico de 1918-1921 se debió en una abrumadora mayoría a la política de socialismo puro implantada por Lenin. Usar la palabra “complicado” para resumir los años en que la política comunista casi destruyó la economía rusa y mató de hambre a seis millones de personas es un eufemismo muy burdo.

Por último, antes de terminar los tres minutos, el documental apela, sin demasiada profundidad, al mito de la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial.
 

Como se ve, desde el vamos los primeros tres minutos están plagados de errores o mala leche. Todo el resto del documental está dominado por absurdos desaciertos similares. Pero ello tendrá que esperar a otro post.

Do svidaniya!




Grego
ry, Paul R. (1982) Russian National Income, 1885-1913. Cambridge, U.K.: Cambridge University Press.