Ya vimos como el economista Ludwig von Mises destrozó las falaces e ignorantes críticas sobre la Ciencia Económica por parte del sociólogo Gunnar Myrdal. Pues bien, los grotescos errores económicos de Myrdal no terminan en ese antecedente.
Antes de que terminara la Segunda Guerra Mundial, varios economistas, muchos de ellos keynesianos, predijeron una alta probabilidad de un “Apocalipsis” de desempleo masivo y depresión económica en Estados Unidos una vez que el gasto público, la inflación y la regulación disminuyeran al concluir el conflicto. Para ellos, el pasar rápidamente de una economía de guerra comandada por el gobierno a una de mercado sería un desastre. Paul Samuelson, keynesiano y futuro Premio Nobel de Economía, fue uno de los más famosos de ellos (Henderson, 2010). Pero además de él, otro futuro Premio Nobel, el socialista sueco Gunnar Myrdal, se sumó al “Club del Cataclismo”. Myrdal decía en 1944 (Henderson, 2010):
La incertidumbre económica en Estados Unidos hoy se centra en qué le va a ocurrir a este auge económico cuando 1) la demanda del gobierno por materiales de guerra disminuya y gradualmente desaparezca, y 2) el control central sea reemplazado por la empresa libre.
Excepto por la Alemania Nazi y la Rusia Comunista (es decir, por las economías centralmente planificadas), no tenemos ningún precedente histórico sobre la estabilización de un boom. En una sociedad capitalista desregulada, parece que un auge debe siempre terminar en crisis y depresión… ¿Cómo se puede evitar el caos una vez que la enorme presión inflacionaria y los controles equilibrantes son simultáneamente removidos?
Además de eso, Myrdal creía que el “mucho mayor optimismo” que vio en Estados Unidos en 1944 comparado con el de 1941-42 estaba injustificado. Según él, perderían el empleo luego de la guerra un mínimo de “9 millones de las fuerzas armadas, 4 millones de la industria, medio millón del sistema de transporte y 1 millón de la administración pública”. Para que la economía pudiera continuar en “pleno empleo”, según el sociólogo sueco, debería haber “un enorme aumento en los salarios para poder crear suficiente base de poder adquisitivo”. Sin eso, Myrdal predijo “un grado muy alto de malestar económico” y “una epidemia de violencia” (Henderson, 2010).
En una sola cosa no se equivocó: un número muy importante de empleos del Estado se perdieron. De hecho, el empleo en la industria (relacionada con la milicia) cayó en 10,2 millones en 1945-1947, más del doble de lo predicho por Myrdal (Henderson, 2010). Pero no equivocarse en eso, no es ningún mérito. Era una obviedad que mucho empleo relacionado con lo militar se perdería. Con lo cual, el único “acierto” en todo este asunto de Myrdal, no vale casi nada.
En todo lo demás, erró patéticamente. La desmovilización se realizó rápidamente, los empresarios en el sector privado, llenos del optimismo que Myrdal había considerado engañoso, emplearon a millones de soldados, marineros, etc. despedidos de las fuerzas armadas y las industrias militares (Henderson, 2010). El pleno empleo se mantuvo incluso solo a un año del despedido de millones de trabajadores del sector público y hasta que la desmovilización terminó.
Y todo ello ocurrió, según estimaciones, con una caída del salario real ajustado por productividad (ergo, una reducción del poder adquisitivo) y con una desregulación importantísima en muy poco tiempo. Myrdal claramente había caído en la falacia del poder adquisitivo.
Un ejemplo increíble de como la torpe y prejuiciosa visión de un progresista sobre la economía de mercado hizo que su análisis sea un fracaso ridículo.
Samuelson (keynesiano) y Myrdal (socialista), dos Premios Nobel y dos fracasos que pasaron a la historia por haber puesto la ideología por delante del análisis económico serio.
Henderson, David R. (2010) “The U.S. postwar miracle”. George Mason University: Mercatus Center. Working paper 10-67.
"La economía soviética es la prueba que, contrariamente a lo que muchos escépticos anteriores habían creído, una economía de comando socialista puede funcionar e incluso prosperar".
ResponderEliminarPaul A. Samuleson, Economics, 13ma edizione, New York 1989