Cuando la sociedad se encuentra bajo un Patrón Oro estricto, la forma física del bien que se usa como dinero (oro) puede ser variada. Por ejemplo, no es inverosímil que se presente en formato de joyería. Pero lo más común históricamente ha sido que el oro circule entre los agentes ya sea como (a) monedas para transacciones diarias normales o como (b) bullion (barras o lingotes de un cierto grado de pureza y peso) para grandes sumas. Por lo tanto, es esperable que las monedas circulen y cambien de manos con mayor frecuencia que el bullion. Adicionalmente, podría ocurrir y ha ocurrido que a las monedas de oro se les complementen otras de plata para operaciones con montos muy pequeños. Ese oro físico se encontrará en los saldos de tesorería de los miembros de la sociedad junto con una cierta cantidad de sustitutos monetarios.
La demanda de oro por parte del público, principalmente en forma de monedas aunque también bullion, es de importancia fundamental para el correcto funcionamiento del Patrón Oro por varias razones:
A pesar de que este primer punto es una opinión personal, luego de escribirlo he notado, con inmenso gusto, que el propio Mises (posteriormente en su vida) pensaba muy similar (Hülsmann, 2007: 650-51, 921-23). Para el economista austriaco la principal función de que la gente este acostumbrada a usar oro es que siempre estarán conscientes de que el dinero del país es el oro y que están bajo Patrón Oro. Esta concientización no es solo por un tema pedagógico, sino que permite que el ciudadano medio pueda saber si su gobierno está apegado a políticas de dinero sano o si está tratando de manipular el sistema monetario (Hülsmann, 2007: 650-51). La verdadera defensa del Patrón Oro la hacen los ciudadanos y su comercio, no el Estado. Mientras la gente tuviera en las manos dinero real, notarían cualquier desviación de políticas sanas. Cualquier banco o gobierno que se negara a redimir cheques sería inmediatamente reconocido como fraude (Hülsmann, 2007: 922).
En palabras simples, un aumento de la demanda de oro por parte del público disminuye las reservas de los bancos en el mismo monto. Ese oro es, en general, en forma de monedas. Pero no se detiene ahí, el decrecimiento monetario bancario va más allá de la caída de reservas cuando los bancos actúan con reserva fraccionaria. A lo largo de los meses, la caída de reservas hará desaparecer de forma multiplicativa el “dinero bancario” (en este caso, sustitutos monetarios sin respaldo, conocidos como medios fiduciarios). La demanda de oro del público ejerce un efecto muy significativo en las reservas de los bancos y, por ende, en la expansión y contracción de medios fiduciarios bajo el sistema de reserva fraccionaria (Rothbard, 1983: 148-49).
Adicionalmente a este drenaje interno de oro, el escape externo también es una fuerza que contribuye a deflactar la previa inflación monetaria del sistema de reserva fraccionaria. Por ejemplo, para el comercio exterior y para transacciones importantes de grandes comerciantes, en lugar de monedas se usa bullion. En cualquier caso, los efectos son exactamente los mismos: contraer las reservas de los bancos. La forma física del bien monetario es irrelevante para sus efectos económicos.
Dado que el efectivo es el oro y que los bancos son requeridos a redimir sus notas o depósitos de inmediato en ese metal precioso, el público ejerce una muy saludable presión sobre el sistema bancario que actúa con reserva fraccionaria. Las corridas bancarias o simplemente la amenaza de ellas son suficientes para que la banca actúe mucho más prudentemente en sus aventuras inflacionarias de lo que actuaría sin ese apremio.
La corrida bancaria es un método rápido y eficiente para limpiar la economía de bancos tóxicos y muy inflacionarios. Es maravillosamente efectiva porque (a) es irresistible, en el sentido de que una vez comenzada es muy difícil de detener y (b) es un mecanismo dramático para llamar la atención de la gente sobre la inherente insolvencia e iliquidez del sistema de reserva fraccionaria por lo que (c) las corridas se retroalimentan entre sí, pues una puede inducir que siga otra en otro banco (Rothbard, 1983: 113). A pesar de estas propiedades curativas para el sistema económico, su desventaja principal es que es un evento que no ocurre seguido. Cierto es que, cuando pasa, es devastadoramente rápido. Pero una corrida puede suceder luego de una considerable expansión del crédito por parte de la banca. El miedo constante de los bancos a la corrida pone un cierto freno a que la orgía inflacionaria no sea muy grande, pero aun así la banca puede montarse una buena cantidad de expansión crediticia antes de la catástrofe. Las corridas no son una restricción continua e importante en el día a día, sino un fenómeno de una vez que actúa mucho después de que la inflación ocurrió (Rothbard, 1983: 114).
La reversión de la expansión monetaria que provocan las retiradas de oro es esencial. A continuación se presenta la explicación convencional del mecanismo, pero en un futuro post notaremos que el asunto es un poco más complicado. Veamos cómo funciona: ya sea porque se descubren nuevos yacimientos de oro o luego de una expansión de medios fiduciarios por parte del sistema bancario o iniciada por el central, los precios de los bienes y servicios del país que expande se elevan por encima de lo que serían en ausencia de ese crecimiento monetario.
Dado que los precios internos ahora son relativamente mayores que los de otros países, quienes no experimentan inflación monetaria, las exportaciones caen mientras las importaciones aumentan, creando un déficit de balanza de pagos. El país vende menos bienes y servicios al exterior y menos turistas llegan, pues sus precios son más caros. Al mismo tiempo, los residentes dejan de comprar los productos nacionales y se vuelcan a adquirir los extranjeros más baratos, hacen turismo en otros países y los vendedores foráneos notan que en el país pueden vender sus productos a mayor precio que en sus respectivas naciones.
Ese déficit de balanza de pagos crea una salida de oro del lugar que infló su stock de dinero. Más dinero está saliendo del país de lo que entra. Los extranjeros no desean los sustitutos monetarios de la nación con déficit, no quieren los dólares, sino que buscan el oro para así conseguir sus propios sustitutos monetarios en sus territorios. La sangría externa de metal precioso, así como la conversión de notas y depósitos bancarios a oro interna, contraen la oferta monetaria.
La amenaza de ese drenaje externo puede hacer que el sistema bancario contraiga sus préstamos. Y así, las dificultades de muchos negocios y quiebras pueden despertar desconfianza hacia los bancos. Puede, de esta forma, desencadenarse una corrida bancaria importante. E incluso si no empieza, la creciente amenaza de su posibilidad hará a los bancos endurecer su posición prestamista.
Bajo Patrón Oro, ninguna nación puede mantener continuamente déficits de balanza de pagos, pues todas sus reservas saldrán del sistema. El dinero (metal precioso, oro) no puede fluir fuera del país constantemente por demasiado tiempo. La salida de oro provoca una contracción de la cantidad de dinero doméstica. Ello reduce los precios internos, promueve exportaciones y restringe importaciones hasta que se repone la cantidad de dinero domestica desde el exterior. Y mucho antes de perder las reservas, habrían corridas bancarias dentro del país que, al tratar todos los clientes de convertir sus depósitos y notas a oro, acabarían con el sector bancario deflacionando la oferta monetaria.
Tanto si aumenta la demanda de oro interna como la externa (dada la pérdida de competitividad por los mayores precios internos), la contracción monetaria es parte del mecanismo equilibrador. La deflación dineraria hace que los precios internos del país que previamente infló, caigan. Su desplome puede llegar ya sea a la misma altura de los precios internacionales o por debajo de estos. Si ocurre que caen por debajo, el movimiento se revierte: las exportaciones nacionales aumentan mientras las importaciones caen. Incrementando la entrada de oro y la oferta monetaria y reiniciando lo antes explicado hasta llegar a algún equilibrio.
Si a la demanda externa, que generalmente se satisface con barras de oro para comercio exterior, se le suma un incremento de la demanda doméstica de metálico en monedas depredando las reservas de los bancos, el ajuste contractivo deflacionario será mayor y más rápido. Con lo cual el mecanismo funcionará y se saldrá de la situación de engaño inflacionario a mayor velocidad.
La demanda de oro por parte del público, principalmente en forma de monedas aunque también bullion, es de importancia fundamental para el correcto funcionamiento del Patrón Oro por varias razones:
- (1) Familiaridad con el verdadero dinero: la primera razón es que el público general debe estar habituado al uso del bien que ha sido escogido como dinero luego de un proceso evolutivo de miles de años. Es por eso que las monedas, u otras formas de dar formato a cantidades pequeñas de metal precioso (lo que no excluye las monedas de plata), son fundamentales: el público general, desde el más pobre al más rico comenzando todos a su más temprana edad, debe conocer y reconocer el oro o plata, además de los sustitutos monetarios. Debe acostumbrarse a intercambiar con ellas, saber distinguir si son verdaderas (así como hoy lo hace con billetes) y verlas de forma regular. El efectivo debe ser el metal precioso, la gente debe saber que el oro es el dinero. Tener monedas de oro en sus casas para sus compras del día a día y guardadas en baúles. El público conoce así, la solidez del dinero sonante. Tristemente, hoy en día hay mucha gente con más de 40 años que jamás vio en su vida una moneda de oro. Nunca conocieron el dinero real, más allá de los billetes papel fiat, chequeras o números en una cuenta bancaria.
A pesar de que este primer punto es una opinión personal, luego de escribirlo he notado, con inmenso gusto, que el propio Mises (posteriormente en su vida) pensaba muy similar (Hülsmann, 2007: 650-51, 921-23). Para el economista austriaco la principal función de que la gente este acostumbrada a usar oro es que siempre estarán conscientes de que el dinero del país es el oro y que están bajo Patrón Oro. Esta concientización no es solo por un tema pedagógico, sino que permite que el ciudadano medio pueda saber si su gobierno está apegado a políticas de dinero sano o si está tratando de manipular el sistema monetario (Hülsmann, 2007: 650-51). La verdadera defensa del Patrón Oro la hacen los ciudadanos y su comercio, no el Estado. Mientras la gente tuviera en las manos dinero real, notarían cualquier desviación de políticas sanas. Cualquier banco o gobierno que se negara a redimir cheques sería inmediatamente reconocido como fraude (Hülsmann, 2007: 922).
- (2) Control sobre la banca: en el sistema de Patrón Oro, un incremento de la demanda de oro implica necesariamente un factor de decrecimiento de las reservas de los bancos comerciales. La gente va a los bancos, disminuye su tenencia de depósitos a la vista o notas y pide su oro de regreso. Los bancos o deben usar sus reservas o, en caso de existir banco central, deben ir hasta este a comprar oro, depredando sus reservas. Inversamente, una caída en la demanda de oro provoca un incremento de las reservas de los bancos (Rothbard, 1983: 148).
En palabras simples, un aumento de la demanda de oro por parte del público disminuye las reservas de los bancos en el mismo monto. Ese oro es, en general, en forma de monedas. Pero no se detiene ahí, el decrecimiento monetario bancario va más allá de la caída de reservas cuando los bancos actúan con reserva fraccionaria. A lo largo de los meses, la caída de reservas hará desaparecer de forma multiplicativa el “dinero bancario” (en este caso, sustitutos monetarios sin respaldo, conocidos como medios fiduciarios). La demanda de oro del público ejerce un efecto muy significativo en las reservas de los bancos y, por ende, en la expansión y contracción de medios fiduciarios bajo el sistema de reserva fraccionaria (Rothbard, 1983: 148-49).
Adicionalmente a este drenaje interno de oro, el escape externo también es una fuerza que contribuye a deflactar la previa inflación monetaria del sistema de reserva fraccionaria. Por ejemplo, para el comercio exterior y para transacciones importantes de grandes comerciantes, en lugar de monedas se usa bullion. En cualquier caso, los efectos son exactamente los mismos: contraer las reservas de los bancos. La forma física del bien monetario es irrelevante para sus efectos económicos.
- (3) Corridas bancarias: No solo es importante el control antes mencionado para evitar en la medida de lo posible que se hagan mal las cosas, sino también poder castigar y hacer caer a quienes ya lo hayan hecho mal. Las corridas bancarias son un suceso en el cual un número importante de los clientes (depositantes y los tenedores de notas) pierden la confianza en el banco y temen que no pueda redimir inmediatamente el efectivo. Los depositantes y tenedores de notas simultáneamente se apresuran al banco a cambiar por efectivo (monedas de oro y bullion) sus depósitos y notas, otros clientes se enteran y la corrida se intensifica. A veces, una corrida contra ciertos bancos puede desembocar en una corrida contra todo el sistema bancario.
Dado que el efectivo es el oro y que los bancos son requeridos a redimir sus notas o depósitos de inmediato en ese metal precioso, el público ejerce una muy saludable presión sobre el sistema bancario que actúa con reserva fraccionaria. Las corridas bancarias o simplemente la amenaza de ellas son suficientes para que la banca actúe mucho más prudentemente en sus aventuras inflacionarias de lo que actuaría sin ese apremio.
La corrida bancaria es un método rápido y eficiente para limpiar la economía de bancos tóxicos y muy inflacionarios. Es maravillosamente efectiva porque (a) es irresistible, en el sentido de que una vez comenzada es muy difícil de detener y (b) es un mecanismo dramático para llamar la atención de la gente sobre la inherente insolvencia e iliquidez del sistema de reserva fraccionaria por lo que (c) las corridas se retroalimentan entre sí, pues una puede inducir que siga otra en otro banco (Rothbard, 1983: 113). A pesar de estas propiedades curativas para el sistema económico, su desventaja principal es que es un evento que no ocurre seguido. Cierto es que, cuando pasa, es devastadoramente rápido. Pero una corrida puede suceder luego de una considerable expansión del crédito por parte de la banca. El miedo constante de los bancos a la corrida pone un cierto freno a que la orgía inflacionaria no sea muy grande, pero aun así la banca puede montarse una buena cantidad de expansión crediticia antes de la catástrofe. Las corridas no son una restricción continua e importante en el día a día, sino un fenómeno de una vez que actúa mucho después de que la inflación ocurrió (Rothbard, 1983: 114).
- (4) Correcto funcionamiento del Mecanismo Flujo-Precio-Especie: esto está relacionado con los puntos (2) y (3). La fuerza combinada de los drenajes de reservas internas y externas (internal and external drain) son parte del sano funcionamiento del Patrón Oro y de los grandes límites a la inflación que tanto el banco central estatal como del sistema bancario pueden lograr.
La reversión de la expansión monetaria que provocan las retiradas de oro es esencial. A continuación se presenta la explicación convencional del mecanismo, pero en un futuro post notaremos que el asunto es un poco más complicado. Veamos cómo funciona: ya sea porque se descubren nuevos yacimientos de oro o luego de una expansión de medios fiduciarios por parte del sistema bancario o iniciada por el central, los precios de los bienes y servicios del país que expande se elevan por encima de lo que serían en ausencia de ese crecimiento monetario.
Dado que los precios internos ahora son relativamente mayores que los de otros países, quienes no experimentan inflación monetaria, las exportaciones caen mientras las importaciones aumentan, creando un déficit de balanza de pagos. El país vende menos bienes y servicios al exterior y menos turistas llegan, pues sus precios son más caros. Al mismo tiempo, los residentes dejan de comprar los productos nacionales y se vuelcan a adquirir los extranjeros más baratos, hacen turismo en otros países y los vendedores foráneos notan que en el país pueden vender sus productos a mayor precio que en sus respectivas naciones.
Ese déficit de balanza de pagos crea una salida de oro del lugar que infló su stock de dinero. Más dinero está saliendo del país de lo que entra. Los extranjeros no desean los sustitutos monetarios de la nación con déficit, no quieren los dólares, sino que buscan el oro para así conseguir sus propios sustitutos monetarios en sus territorios. La sangría externa de metal precioso, así como la conversión de notas y depósitos bancarios a oro interna, contraen la oferta monetaria.
La amenaza de ese drenaje externo puede hacer que el sistema bancario contraiga sus préstamos. Y así, las dificultades de muchos negocios y quiebras pueden despertar desconfianza hacia los bancos. Puede, de esta forma, desencadenarse una corrida bancaria importante. E incluso si no empieza, la creciente amenaza de su posibilidad hará a los bancos endurecer su posición prestamista.
Bajo Patrón Oro, ninguna nación puede mantener continuamente déficits de balanza de pagos, pues todas sus reservas saldrán del sistema. El dinero (metal precioso, oro) no puede fluir fuera del país constantemente por demasiado tiempo. La salida de oro provoca una contracción de la cantidad de dinero doméstica. Ello reduce los precios internos, promueve exportaciones y restringe importaciones hasta que se repone la cantidad de dinero domestica desde el exterior. Y mucho antes de perder las reservas, habrían corridas bancarias dentro del país que, al tratar todos los clientes de convertir sus depósitos y notas a oro, acabarían con el sector bancario deflacionando la oferta monetaria.
Tanto si aumenta la demanda de oro interna como la externa (dada la pérdida de competitividad por los mayores precios internos), la contracción monetaria es parte del mecanismo equilibrador. La deflación dineraria hace que los precios internos del país que previamente infló, caigan. Su desplome puede llegar ya sea a la misma altura de los precios internacionales o por debajo de estos. Si ocurre que caen por debajo, el movimiento se revierte: las exportaciones nacionales aumentan mientras las importaciones caen. Incrementando la entrada de oro y la oferta monetaria y reiniciando lo antes explicado hasta llegar a algún equilibrio.
Si a la demanda externa, que generalmente se satisface con barras de oro para comercio exterior, se le suma un incremento de la demanda doméstica de metálico en monedas depredando las reservas de los bancos, el ajuste contractivo deflacionario será mayor y más rápido. Con lo cual el mecanismo funcionará y se saldrá de la situación de engaño inflacionario a mayor velocidad.
Hülsmann, Jörg G. (2007) Mises: The Last Knight of Liberalism. Auburn, Alabama: Mises Institute.
Rothbard, Murray N. (1983) The Mystery of Banking. Auburn, Alabama: Mises Institute. 2008.
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