miércoles, 31 de diciembre de 2014

Algunas aclaraciones sobre la ley de población de Malthus


Es asombrosa la cantidad de liberales que creen que Thomas Malthus es mala palabra. A tal punto de compararlo con los socialistas. Sin embargo, como explica Mises, es exactamente al contrario. La ley de población de Malthus es perfecta para refutar completamente los delirios socialistas de que la naturaleza nos da todo lo que necesitamos y que la escasez solo existe por la organización institucional de los derechos de propiedad. Según Mises, a los socialistas defensores del supuesto "derecho a la existencia":
Les ha guiado el criterio de que la naturaleza misma asegura al hombre recursos abundantes y que, si gran parte de la humanidad está insuficientemente provista, la falta de ello debe atribuirse a lo absurdo de las instituciones sociales. Si llegara a privarse a los ricos de lo que consumen más allá de «lo necesario», todos podrían vivir entonces decentemente. Desde que Malthus hizo la crítica de estas ilusiones, en sus leyes referentes a la población, los socialistas se han visto en la necesidad de darles otra forma... 
Las teorías marxistas tienen como fundamento latente la idea, más o menos confusa, de que no es preciso economizar los factores naturales de la producción. Esta conclusión se impone fatalmente en un sistema para el cual el trabajo es el único elemento del coste de producción, que ignora la ley del rendimiento no proporcional, que refuta el principio malthusiano de la población y que abunda en imaginaciones nebulosas acerca de la posibilidad de crecimiento indefinido de la productividad del trabajo. (Mises, 1922: 67, 170)
La ley de población es una aplicación a un caso particular de la ley de los rendimientos. Refutar la ley de Malthus implicaría refutar también esta última. Es por ello que, según Mises, el ataque a Malthus derivó en un ataque inútil a la propia ley del rendimiento:
El principio de población de Malthus y la ley del rendimiento decreciente han puesto punto final a estas ilusiones. Caeteris paribus, más allá de cierta medida, el crecimiento de la población no marcha paralelamente con un desarrollo proporcional de los medios de subsistencia. Más allá de este límite (sobrepoblación absoluta) el contingente de recursos en bienes disminuye para cada individuo. Que se alcance o no dicho límite, dadas las circunstancias, es una cuestión de hecho que no debe confundirse con el estudio y el conocimiento de la cuestión de principio. (Mises, 1922: 204)
Recuerden que la ley del rendimiento dice que incrementando la cantidad o uso de un factor productivo, manteniendo la cantidad o uso todos los demás factores complementarios constantes, en algún momento la producción física no aumenta más o disminuye (todo en relación al incremento del factor productivo aumentado). Es decir, para una determinada combinación de factores de producción existe necesariamente un máximo de producción. A partir de este, un incremento (en cantidad o uso) de solo uno de esos factores o no amplía la producción física o la amplifica en porcentaje menor al del aumento del factor.

El ejemplo clásico de esta ley es: supongan que hay una hectárea (factor tierra) donde unos trabajadores (factor trabajo) cosechan manzanas. Solo existen esos dos factores: tierra y trabajo. Hay una combinación de x cantidad de trabajadores en esa hectárea que maximiza la cosecha. Si agregamos más gente (aumentamos la cantidad de factor trabajo en 10 %) por encima de ese máximo, en la misma hectárea (es decir, manteniendo fijo el factor tierra); entonces la cosecha aumenta menos que proporcionalmente (se incrementa, digamos, un 6 %) o cae (por ejemplo, disminuye 1 %).


El anterior es simplemente una aplicación de la ley del rendimiento a un caso de agricultura. Pero si lo aplicamos a la población es exactamente lo mismo. Manteniendo la tecnología, la producción del factor tierra, los bienes de capital y sus complementarios constante (es decir, que no hayan nuevas ideas, no se descubran nuevos recursos ni se usen más hectáreas de las que ya se usan y que el capital acumulado sea exactamente igual al consumido); hay un máximo posible de producción con una cierta cantidad de población (factor trabajo). Añadir más gente reduce la parte de producción (riqueza) que le toca a cada trabajador adicional porque el incremento productivo o no es proporcional a la cantidad de los nuevos habitantes agregados o es menor. 


La ley de Malthus demuestra que nadie tiene "derecho a la existencia". La naturaleza, si mantenemos el conocimiento humano y productividad constantes, en nada garantiza la subsistencia para cualquier cantidad de humanos. El delirio socialista y ecologista actual de que la tierra nos brinda todo lo necesario es evidente. 

A continuación, Mises deja claro que apelar a la enorme productividad de un periodo NO refuta la ley de Malthus:
Otros socialistas creen disipar todas las objeciones llamando la atención sobre el crecimiento inaudito de la productividad que resultará de la socialización de los medios de producción. Será necesario examinar si realmente puede contarse en la comunidad socialista con un aumento de la productividad. Si se admite que este crecimiento se realiza, ello en nada cambiaría el hecho de que a cada situación dada de la productividad corresponda un máximo ideal de población, más allá del cual todo crecimiento de ésta forzosamente acarrea al individuo una disminución de su parte del ingreso procedente del trabajo. Si quiere refutarse la validez de la ley de la población y la del rendimiento decreciente en la comunidad socialista, sería necesario probar que cada niño que nace en exceso del máximo ideal de población trae con él un mejoramiento tal de la productividad, que la parte individual del ingreso no disminuirá por tal causa. (Mises, 1922: 204-05)
Es decir, siempre hay que recordar que la ley de Malthus (y del rendimiento) mantiene todo lo demás constante mientras se incrementa uno de los factores variables más allá del óptimo. Que el máximo no se alcance aún, no la refuta. En cada situación dada ciertamente existe un máximo de población que maximiza la producción. Para refutar la ley hay que demostrar que, manteniendo constantes el resto de los factores, el mayor uso de un factor variable no llega nunca o no puede llegar a un máximo a partir del cual la producción decrece o no aumenta proporcionalmente. Y eso, amigos míos, es imposible.  Necesariamente debe haber un punto máximo, sino nos encontraríamos ante factores de producción no-escasos. Y si son no-escasos, no son factores de producción.


El gráfico de arriba (tomado de acá) y similares no refutan la ley de la población. Como dice Mises (1949: 129), la ley del rendimiento (y de la población) por si sola no puede contestar 1) si el mismo óptimo de producción se puede alcanzar con otra combinación de factores diferente. 2) cual con precisión es el límite exacto a partir del cual, añadir un factor variable adicional, tiene menores rendimientos. 3) si al aproximarnos al máximo posible, la producción aumenta de manera proporcional o no al aumento del factor variable. Todas esas son cuestiones empíricas que cambian según la situación y el caso.


De hecho es precisamente en una sociedad socialista donde el número de nacimientos está incentivado a aumentar (como ocurre en el reino animal) por encima del máximo de riqueza. El "paraíso" socialista nos hace comportarnos y reproducirnos como animales de selva:
Para el individuo acaba todo pretexto de no procrear hijos desde el momento en que la fundación de una familia puede realizarse sin sacrificios personales, porque el sostenimiento de ellos incumbe a la sociedad… No es posible la existencia de una comunidad socialista si no se regula el crecimiento de la población por medio de la fuerza. La sociedad socialista debe estar suficientemente capacitada para impedir que el número de habitantes exceda de cierto máximo o de cierto mínimo. Necesita tratar de mantener siempre una cifra ideal, que permita dar a cada quien la mayor parte posible del ingreso común… (Mises, 1922: 205)

A la comunidad socialista "le faltan los móviles que en una sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción armonizan el número de nacimientos con la cantidad de medios de subsistencia..." Todo ello, sin embargo, no ocurre con la civilización que implica la propiedad privada:
El principio regulador que asegura el equilibrio dentro de la sociedad, entre la cantidad limitada de bienes existentes y el crecimiento más rápido del número de consumidores, es la propiedad privada de los medios de producción. Al hacer depender la parte de los bienes sociales que se reserva a cada asociado del producto de su trabajo y de sus propios bienes, la propiedad privada asegura, por la restricción de nacimientos debido a razones sociales, la exclusión de los individuos en número excedente, que en el reino animal y en el vegetal es resultado de la lucha por la vida. Esta última da lugar a una restricción voluntaria mediante la limitación del número de descendientes impuesta por la posición social. (Mises, 1922: 314)

No es que Malthus no estuviera equivocado en muchas cosas, pero su ley de población (aunque no es un descubrimiento de él solo) es un gran avance y destruye muchos mitos. Por último, vale la pena ver el siguiente documental. El mismo se trata de una simulación en la cual la población mundial se duplica de un día para el otro, manteniendo todo lo demás constante (la tierra, los bienes de capital, la tecnología, etc.) Y, como se ve, claramente se sobrepasa catastróficamente el máximo de la ley de Malthus. 





Mises, Ludwig von (1922), El Socialismo. Análisis económico y sociológico. 5º edición. Madrid, España: Unión Editorial S.A. 2007.  

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

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