jueves, 29 de octubre de 2015

El mito del "recalentamiento de la economía"


De acuerdo con la corriente principal (mainstream) de la ciencia económica, el "recalentamiento de la economía" ocurre cuando hay un exceso de demanda agregada (gasto monetario) respecto de la oferta agregada (producción potencial o tendencial). Ese exceso provoca desequilibrios como que la inflación aumente.

La analogía es la de un motor (la economía de un país) que, en el principio, comienza a funcionar (nivel de actividad del país) desde su mínimo y está frío. Luego mientras sigue funcionando, a medida que pasa el tiempo y llega al máximo de su potencial o lo sobrepasa, su temperatura (inflación) aumenta hasta llegar a valores preocupantes.

Alan Greenspan explica el caso clásico del supuesto recalentamiento (Salerno, 2010: 546). Cuando las empresas invierten (realizan gasto en inversión) en nuevo equipo capital o procesos tecnológicos demandan crédito adicional a los bancos. Cuando ese crédito se gasta en esos proyectos, los precios de los factores, incluyendo salarios, suben. Al subir esos costos, las empresas reaccionan aumentando los precios de los productos. Ello aumenta el costo de vida que incentiva a los trabajadores a pedir ulteriores aumentos de salarios. Lo que aumenta los costos y precios todavía más, precipitando una potencialmente explosiva "espiral salarios-precios" que puede hacer salir de control la inflación.

Esta historia, aceptada tanto por el mainstream como por la supuesta "heterodoxia", es, sin embargo, completamente errónea.

Si las empresas demandaran más crédito para invertir en bienes de capital o nueva tecnología, suponiendo que el ahorro permanece igual, las tasas de interés tenderán a subir y otras empresas van a pedir prestado menos de lo que lo hacían a las anteriores menores tasas. Si el banco central decide "acomodarse" a esta mayor demanda de crédito, solo puede hacerlo inyectando adicionales reservas en el sistema bancario y expandiendo la cantidad de dinero (en sentido amplio). Es decir, el incremento de la oferta de crédito no es inflacionario a menos que aumente la oferta monetaria (Salerno, 2010: 546-48; Lewin, 2012).

Si no se produce un aumento del crédito sin respaldo (o sea, un incremento por emisión de medios fiduciarios) ni del crédito verdadero (respaldado por ahorro genuino), una expansión adicional de la demanda de recursos para invertir y ampliar el aparato productivo por parte de los empresarios provocará un aumento de 1) el precio de los factores de producción (materias primas, trabajadores, herramientas, etc.) complementarios necesarios y 2) las tasas de interés de los fondos requeridos (Hayek, 1929, 2008: 35, 37, 41; Mises, 1949: 583). Ni los recursos reales (maquinas, trabajadores, instalaciones, hierro, etc.) ni los fondos prestables disponibles han aumentado mientras que sí lo ha hecho la demanda por ellos. La suba de costos, 1) y 2), por la mayor demanda para las inversiones adicionales abortará inmediatamente el intento de expansión desmesurada de los inversores. El valor actual de muchos proyectos cae porque suben las tasas.

Pero además, el proceso de crecimiento económico es posible porque los hogares deciden ahorrar más de su ingreso corriente que antes. Ese ahorro adicional provee a las empresas de fondos y recursos para invertir en construir bienes de capital, incluyendo los nuevos y diferentes necesarios para implementar los innovadores procesos tecnológicos. Luego, una vez que los bienes de capital estén completos y los nuevos procesos tecnológicos estén en marcha, la productividad del trabajo sube permitiendo que los negocios oferten más cantidad de productos de consumo a menor costo por unidad. De esta forma la economía crece aumentando la oferta de numerosos bienes de consumo resultando en una baja de sus precios. Aun en esas circunstancias, los beneficios continúan siendo altos y las empresas crecen sanas a pesar de la baja de precios de venta debido a que los costos medios caen más (inducidos por la acumulación de adicionales bienes de capital y mayor productividad del trabajo).

En palabras simples, el crecimiento económico, entendido como un aumento de la oferta y disponibilidad de bienes de consumo que desea la población gracias a la acumulación de capital, no es inflacionario. Repito, el crecimiento económico no es inflacionario. Si no se produce un aumento del dinero sin respaldo, la economía no se "recalienta" por mayor nivel de actividad. Al contrario, la expansión de la producción por mayor ahorro y acumulación de capital presiona todavía más los precios de los bienes a la baja. Es falso también que "para crecer necesitamos 'un poco' de inflación". 

Eso es lo que ocurrió con la industria de la electrónica, los videojuegos y las computadoras. La enorme acumulación de capital permitió que sus precios bajaran de manera brutal casi constantemente desde los 70s hasta hoy. Al mismo tiempo que mantenía márgenes de beneficios positivos y crecía el sector enormemente. En 1970 una computadora valía, y no estoy exagerando, unos U$S 4.600.000. Hoy una Dell de escritorio está en U$S 400 y no necesito ni si quiera explicar lo infinitamente superior que es en hardware y software a una de 1970. O veamos como evolucionó el precio de las computadoras portátiles y de escritorio desde 1992 hasta hoy.


Y para que vean que no estoy cometiendo una falacia de la composición con ese ejemplo (lo que es cierto para la industria informática particular no es cierto para la economía toda), les daré un caso histórico de una economía entera que creció con deflación: Estados Unidos en 1865-1896. Los precios tendieron a bajar todo ese periodo.




La tasa compuesta de crecimiento anual basada en los datos de PBN real de Balke y Gordon para 1869-1896 fue 3,74 %, con los datos de Romer en ese mismo periodo fue 4,06 % y según Officer y Williamson (Measuring Worth) fue 3,79 % para el intervalo más amplio 1865-1896. Incluso el PBI real per capita, según estos dos últimos autores, crece a una nada despreciable tasa de 1,46 % anual entre 1865 y 1896. Y no es despreciable porque debemos tener en cuenta que la población se duplicó en ese lapso desde 36 a 71 millones. Nadie puede negar que la economía creció notablemente entre 1865 y 1896. 

Mientras tanto, en los 31 años entre 1865 y 1896 los precios de los bienes de consumo cayeron (es decir, deflación) a una tasa anual de 1,86 % según el índice del nivel general de precios del NBER, 1,95 % según el IPC de la FED de Minneapolis y 2,11 % según el IPC de Officer y Williamson (Measuring Worth).

La economía americana crece (no sin algunas crisis en el medio, claro) hasta más o menos triplicarse en todas las series de producto bruto real estimado. Y ello ocurrió cuando los precios de los bienes finales tendieron a bajar todo el periodo.



Observen, además, que los salarios reales de los trabajadores se duplicaron en el lapso deflacionario de 1865-1896. Lo cual muestra que la productividad del trabajo ciertamente aumentó.

La inflación en absoluto es necesaria para crecer. La teoría del recalentamiento de la economía es uno de los grandes mitos de la Macroeconomía.








Hayek, Friedrich A. von (1929) Monetary Theory and the Trade Cycle. London: Routledge. 1933. En Salerno, Joseph T. Ed. (2008) Prices and Production and Other Works. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

Lewin, Peter (2012), "Austrian Capital Theory: Why It Matters". New York: Foundation for Economic Education.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998.

Salerno, Joseph T. (2010) Money, Sound and Unsound. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

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