martes, 20 de noviembre de 2012

La Avaricia



La teoría preferida por los "revolucionarios" de “Occupy Wall Street” y todos los demás “Occupy” e “Indignados”. ¡Oh! Esos malvados empresarios que solo piensan en ganar más dinero, enemigos de los trabajadores explotados, son los culpables de lo que nos pasa (léase esto con este nivel de sarcasmo).

El "marxista" Anwar Shaikh la explica mejor de lo que yo podría hacerlo: “[U]no piensa que las crisis son consideradas como situaciones extrañas, que atacan a la economía desde el espacio exterior. Pero en realidad aparecen por la búsqueda de mayores ganancias de los empresarios. La avaricia los lleva a sobreproducir, y esto genera desbalances.” 

La última parte de su afirmación se basa en la teoría de la "desproporción" y "sobreproducción" que fueron refutadas una, y otra, y otra, y otra, y otra vez. 

Incluso las investigaciones gubernamentales “serias” caen en esta falacia. En una de las conclusiones de este informe  hecho por una comisión gubernamental creada para investigar las causas de la crisis (la Financial Crisis Inquiry Commission) se lee: “Unfortunately—as has been the case in past speculative booms and busts—we witnessed an erosion of standards of responsibility and ethics that exacerbated the financial crisis. This was not universal, but these breaches stretched from the ground level to the corporate suites. They resulted not only in significant financial consequences but also in damage to the trust of investors, businesses, and the public in the financial system.” De hecho, desde su punto de vista, el error fue dejar que esos comportamientos “irresponsables” aumentaran “demasiado”: “THESE CONCLUSIONS must be viewed in the context of human nature and individual and societal responsibility. First, to pin this crisis on mortal flaws like greed and hubris would be simplistic. It was the failure to account for human weakness that is relevant to this crisis… But as a nation, we must also accept responsibility for what we permitted to occur. Collectively, but certainly not unanimously, we acquiesced to or embraced a system, a set of policies and actions, that gave rise to our present predicament.” (Las cursivas son mias) 

El economista Paul Cwik se tomo el trabajo de escribir un pequeño paper respecto a este tema.

No hay mucho que decir (bueno, en realidad si), la teoría es falsa por las siguientes tres razones:

1) “Avaricia” (greed) no es una definición especifica. El termino no puede ser definido precisamente, si eso no es posible entonces no es útil para una explicación verdadera y científica. La definición típica es “desear algo con demasiada intensidad” o el más especifico “deseo o apetito ansioso y excesivo de bienes o riquezas”. Pero ¿Qué es “demasiado” o “excesivo”? ¿Quien lo decide? ¿Cómo medirlo cuando no existe unidad de medida? Y aun si se pudiera, ¿Quién establece el límite preciso a partir del cual es “demasiado”?

2) La avaricia es omnipresente. Gente avara ha habido siempre, sin embargo no hemos estado en una depresión permanente durante nuestro breve paso por la tierra. De hecho todos somos “avaros” en algún sentido, sin causar problema alguno. Los humanos siempre prefieren estar mejor, eso no solo incluye “ser mas ricos” monetariamente, estar mejor también es conseguir lo que se quiere o elegir la opción que sea “menos peor”, etc. La avaricia tiene un único limitante: el miedo. El miedo a perder lo que se arriesga por adquirir más. Cuando ese miedo disminuye, entonces la avaricia es mucho mayor de lo que hubiera sido sin esa disminución. Si, por ejemplo, el estado implícitamente promete disminuir el riesgo de incobro (bailouts), la avaricia en ese sector aumentará. Piénselo un momento, si tiene asegurado no perder y tiene probabilidad de ganar ¿Qué haría? Total, no perderá nada porque el gobierno promete rescatarlo. Como suele decir el autor del estudio: “culpar a la avaricia por la crisis es como culpar a la gravedad por la caída del avión”

3) El argumento general de la “tesis de la avaricia” es que alguna gente pone su interés personal por encima del de la institución en particular y de la sociedad en general. La economía sabe que este comportamiento es de interés propio pero que responde a los incentivos que han surgido. La ciencia trata este problema, no como “avaricia” sino, como un problema de principal-agente. El problema entonces es: como resolver el problema de agente y principal. Si algún “villano” de turno (como Kenneth Lay de Enron o Bernie Madoff) estuvieran a cargo de una organización sin fines de lucro, tendría que resolver estos dos problemas (que también los debe resolver toda organización humana): 1) ¿Podría asignar los recursos de esa organización eficientemente? 2) ¿Puede resolver el problema principal-agente de forma que el objetivo de beneficencia se cumpla? ¿O usará esa organización en su beneficio propio?

Hay 3 tipos de organizaciones que sirven para encarar ese problema doble: a) La empresa b) la burocracia c) la organización sin fines de lucro (OSFL). La empresa puede resolver ambos problemas: asignar eficientemente los recursos y alinear los incentivos de sus miembros con los de la empresa, y así desviar la “avaricia” hacia mejorar la compañía. Los que quieran burlar ese sistema no pasaran el “test” del mercado, tendrán pérdidas y serán expulsados. La burocracia (el gobierno) no puede resolver el problema de la eficiencia, es imposible. Debido a ello tampoco puede usar el mercado para alinear los incentivos de sus empleados con los del burócrata. La segunda opción que tiene es, al no poder usar el mercado y sus precios, imponer reglas y códigos de conducta para manejar el presupuesto que otorga. El costo de usar reglas es que las decisiones tienen muy poca flexibilidad, aunque es verdad que reduce la probabilidad de sacar ganancias personales de su posición. El gobierno no puede resolver el problema de la eficiencia, pero al menos pude imponer reglas estrictas que tiendan a imponer un limite a la “avaricia”, soluciona uno de los problemas. La OSFL no puede resolver ninguno de los problemas. No puede resolver el problema de la eficiencia y tampoco el del agente-principal, pues no tiene con que alinear esos incentivos. Lo más que puede es contratar gente cuyos incentivos ya estén de antemano alineados con los fines de la OSFL, es decir contratar gente que verdaderamente crea en los fines de la organización. Pero al aplicar ese criterio de selección tan restrictivo, la cantidad de gente habilidosa que puede contratar se reduce ampliamente. No hay mecanismo corrector posible, un error o negligencia aunque sea menor pude ser perpetuado (ni hablar una conducta criminal). La habilidad de detectar y corregir ineficiencias es menor si consideramos que todos son “creyentes” en la causa. Si el líder no esta comprometido con la causa, es decir si es “avaro”, puede esconderse del publico pues la propia naturaleza de la OSFL hace que resistan el “test” de mercado: en la empresa privada las perdidas harían que el error o ineficiencia sea corregido inmediatamente por no servir a los consumidores, y si no se corrige se perderá dinero hasta quebrar. Al estar aislada de ese mecanismo corrector de perdida-ganancia, la OSFL puede perpetuar el comportamiento “avaro” de sus directores.

Irónicamente, y en contra del sentido común, la única manera de reducir la “avaricia” al mínimo humanamente posible y al mismo tiempo asignar eficientemente los recursos es vía el sistema de empresas que buscan beneficios.

Pero aún asumiendo que lo anterior no fuera cierto, ¿Hay evidencia de alguna conexión entre conducta indebida de banqueros o no alineamiento de los intereses de la empresa y la crisis? La respuesta es: No.

La variante mas común de la avaricia como causa de la crisis es la teoría del “executive compensation”. Muchos de los que la han propuesto no dan evidencias sobre si la misma causo la crisis o no. Básicamente dice que los banqueros fueron puestos en un posición de riesgo moral en la que pudieron actuar de manera contraria a los intereses de sus empleadores y de la sociedad en general por los incentivos creados por sus bonos por desempeño (performance bonuses). Es decir que debido a que sus pagos compensatorios los empujaban, los banqueros tomaron riesgos excesivos deliberadamente. Los ejecutivos de los bancos reciben bonos por desempeño por las ganancias que obtienen, pero si tienen perdidas y los despiden además tienen “paracaídas de oro” para protegerse de daños financieros.

Hay principalmente 3 estudios (tal vez hoy hayan mas, no lo se) sobre el tema seriamente encaminados a analizarlo, y ninguno de ellos prueba que la teoría sea cierta. [1]

Es mas, Fahlenbrach y Stulz demuestran que aun cuando los incentivos de algunos CEOs estaban alineados con los de la empresa, lo mismo tuvieron problemas financieros. [2] Y los que tenían sus incentivos menos alineados con los intereses de los accionistas no tuvieron un desempeño peor durante la crisis como se esperaría. Fue al revés: los bancos con mejores incentivos en términos de valor en dólares de su apuesta en su institución, tuvieron un desempeño significativamente peor que lo que tenían incentivos más pobres.











[1] Véase: 


Friedman, Jeffrey y Kraus, Wladimir. Engineering the Financial Crisis: Systemic Risk and the Failure of Regulation (2011) pag. 36-42 y 157-162.

Friedman, Jeffrey. “Three Myths about the Crisis: Bonuses, Irrationality, and Capitalism” (2009)

Los tres trabajos son:

Bebchuk, Lucian A. y Spamann, Holger. “Regulating Bankers' Pay” (2009

Bebchuk, Lucian A., Cohen, Alma. y Spamann, Holger. “The Wages of Failure: Executive Compensation at Bear Stearns and Lehman 2000-2008” (2009

Cheng, Ing-Haw., Hong, Harrison G., Scheinkman, Jose A. “Yesterday's Heroes: Compensation and Creative Risk-Taking” (2009, actualizado al 2012). Hay que aclarar que este sí parece tener algo de evidencia, pero no por bonos por desempeño sino por la cantidad pagada a los ejecutivos. Los bancos que pagaron más relativamente a sus ejecutivos (sin importar si era por incentivos por desempeño) tendieron a tener un 1% más de Private Label Mortgage Backed Securities que el promedio, el restante 99% sigue sin explicarse por las pruebas aportadas aún.

[2] Fahlenbrach, Rüdiger. y Stulz, René M. “Bank CEO Incentives and the Credit Crisis” (2010)


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