miércoles, 30 de noviembre de 2016

Pseudo Patrones Oro: El Patrón de Cambio Oro (1925-1931)


Enorme es la confusión siempre que se habla del Patrón Oro. Tanto historiadores como incluso economistas profesionales suelen expresarse sobre él genéricamente, como si el Patrón Oro de fines del siglo XIX fuera el mismo que el de entre guerras. En este post vamos a ver que hay diferencias brutales entre un verdadero Patrón Oro y el sistema impuesto entre la Primera y Segunda Guerra Mundial que ha sido denominado como Patrón de Cambio Oro.  

Luego de terminada la Primera Guerra Mundial, el mundo se encontraba en medio de un caos monetario puesto que, para desenvolverse en el conflicto bélico, la mayoría de los países habían abandonado el Patrón Oro Clásico. El sistema de flotación sucia de tipos de cambio que quedó luego de la conflagración global llevó a un desastre monetario en Europa. Las devaluaciones "competitivas" y emisión sin restricción de dinero causó hiperinflaciones en Alemania, Austria, Hungría, Rusia, Polonia, etc. Durante ese caos, se decidió que era necesario retornar de alguna forma al oro para paliar el desorden.

El origen del Patrón de Cambio Oro se encuentra en las conferencias de Génova de 1922. El objetivo de estas no era otro que intentar volver al Patrón Oro. Pero el retorno no sería al Patrón Oro Clásico, pues este constreñía demasiado la capacidad de expandir el dinero, sino a una versión distinta y más manipulable por parte de los gobiernos y bancos centrales.

¿Es el Patrón de Cambio Oro similar al Patrón Oro Clásico? ¿Es el Patrón de Cambio Oro un Patrón Oro auténtico siquiera? Para saberlo, veamos si el Patrón de Cambio Oro cumple con al menos las características mínimas de un verdadero Patrón Oro:


(a) El oro es el dinero. Por ende, no existen monedas distintas ni tipo de cambio fijo. Salvo por Gran Bretaña y Estados Unidos, en los demás países el oro no era el dinero, sino que ese lugar lo ocupaba la libra o el dólar. Y en Gran Bretaña tampoco el dinero era el oro por completo: se prohibió que circularan las monedas y el bullion solo se permitía a extranjeros. Es un sistema de tipo de cambio fijo tanto porque el bullion de países centrales (por ejemplo Gran Bretaña) se compra y vende a precio fijo y también porque los demás países tienen tipo de cambio fijo con la moneda reserva.


(b) Su cantidad está determinada por las fuerzas del mercado: la demanda y también la oferta. No existe peligro de que una nación no tenga suficiente dinero. Al permitir convertir las divisas solo en bullion (para extranjeros), se hizo posible incrementar el circulante independientemente de la proporción a la producción de oro.


(c) La unidad monetaria es (de hecho y legalmente) definida en términos de peso de oro de una determinada fineza. Las reservas en oro de gran parte del sistema bancario están centralizadas en una agencia del gobierno (banco central) y, por ende, estas se vendían a un "precio fijo" a los bancos. La unidad monetaria ya no es un nombre sino que hay un precio.


(d) Las notas de banco y depósitos a la vista son redimibles instantáneamente por oro a valor par. Las libras esterlinas, las notas de banco y depósitos a la vista ya no son redimibles instantáneamente en monedas de oro por parte de los británicos, ni en bullion (a los extranjeros con libras, sí).


(e) Las monedas de oro, así como el bullion, circulan con total libertad junto con las notas de banco y depósitos (es decir, sustitutos monetarios). Las monedas de oro no son usadas en los intercambios diarios. Solo se redimía bullion para transacciones grandes y para los extranjeros.


(f) Se permite funcionar correctamente lo que se conoce como mecanismo Flujo Precio-Especie. El mecanismo de flujo especie no funciona. Ya no hay proceso de reversión que detenga la expansión monetaria ni que equilibre la balanza de pagos. Inflación y desequilibrio crónicos.



Veamos más de cerca cada característica:

Sobre el punto (a) debe quedar claro que, bajo el Patrón de Cambio Oro, un país (en este caso Gran Bretaña, aunque también Estados Unidos) se queda en el Patrón Oro (su divisa libra esterlina es redimible por oro, no obstante solo bullion para extranjeros, o dólares) mientras el resto de los estados, aunque nominalmente bajo "Patrón Oro", realmente están bajo Patrón Libra Esterlina. Es decir, solo dos bancos (la Fed y el Banco de Inglaterra) cumplirían la tarea de banco central. Todos los demás bancos centrales nacionales mantendrían como reserva notas dólares americanos o notas libras esterlinas (ellas serían las "divisas clave"). Cualquier país europeo tendría como reservas para su divisa ya no oro, sino libras esterlinas (letras o depósitos pagables en libras en Londres) (Rothbard, 2002: 385). Por dar un ejemplo, cualquier español que fuera con pesetas al banco a pedir redención, recibiría libras en lugar de oro. Además, parte del acuerdo es que el resto de países europeos mantengan sus saldos en Londres y eviten usar su derecho legal a reclamar el oro (Rothbard, 2002: 386). A todos usos prácticos, el oro deja de ser el dinero.


Los demás países que usan la divisa clave como reserva, en lugar de oro en sí, tienen un tipo de cambio fijo respecto a ella. Más aún, en las naciones que sí están bajo Patrón Oro (Gran Bretaña y Estados Unidos), y gracias a la creciente monopolización de emisión de notas y centralización de reservas vía bancos centrales, el oro es comprado y vendido a un "precio fijo" en términos de divisa nacional (Salerno, 2010: 351). Por ende, existía a usos prácticos un sistema de tipo de cambio fijo.

En cuanto a (b), las notas de banco y libras esterlinas ya no son redimibles en monedas de oro, como sí lo solían ser en el Patrón Oro clásico, sino que ahora solo se cambian por barras de oro (bullion) a los extranjeros poseedores de libras. Las monedas que en el curso de las transacciones llegan al banco central no son vueltas a poner a circular, sino que son fundidas en barras. De esta forma, se quita de circulación buena parte de ellas. En la medida que se funden monedas en barras es posible para los bancos centrales sustituir el oro circulante por notas y depósitos en divisa en montos varias veces mayores a la cantidad de piezas de metal que previamente se movían en el comercio. En resumen, se incrementa la cantidad de objetos monetarios fuera de cualquier proporción a la producción actual de oro, así como muchas más cuentas por las ahora mayores reservas auríferas en el central, muy por encima de la producción de las minas.

Los bancos centrales adquirían un cada vez mayor porcentaje de la producción de oro de la minería desde 1914. Ya para 1931, retenían prácticamente todo. El oro de las minas iba directamente al banco central. Es precisamente en base a esas reservas en el banco central que el crédito era creado.

En síntesis, el banco central no solo tomó el oro directo de las minas, sino que además se apropió como reservas de gran parte del metal precioso que antes circulaba como monedas. Por ende, el banco central y el gobierno tienen ahora el control sobre la oferta monetaria y ya no el mercado (Phillips et al., 1937: 45-46, 49; Rothbard, 2002: 383).

Vamos al punto (c). Como ya se mencionó, la monopolización de la emisión de notas y la centralización de las reservas de oro llevadas a cabo por parte de bancos centrales controlados por el gobierno, dieron origen a la ficción de que esas notas y los depósitos de los bancos privados denominados en ellas ya no eran meras reclamaciones a dinero mercancía, sino dinero en sí. En ese momento, las notas y el oro se perciben como dos bienes distintos y, por ende, el banco central "compra" y "vende" el metal precioso a un "precio fijo" en términos de la divisa nacional. El oro es una "reserva" que "respalda" la oferta de dinero notas (Salerno, 2010: 351). 

En cambio, bajo un Patrón Oro auténtico, las divisas nacionales no existen como entidades independientes y distintas del oro (Salerno, 2010: 350). Con el Patrón Oro Clásico el dinero es el oro y la unidad monetaria es simplemente un (nombre para un) cierto peso del metal; mientras que, por otro lado, bajo Patrón de Cambio Oro el dinero es la divisa.

En (d) una de las características esenciales del Patrón de Cambio Oro es que tanto las notas del Banco de Inglaterra (libras esterlinas) así como los depósitos a la vista ya no serían redimibles en monedas de oro para los británicos. Solo se permitiría redimir las libras en bullion. Es decir, en barras de oro (de más de 400 onzas) que, al tener un valor mucho mayor que las monedas, se usaban para transacciones grandes. Pero ni siquiera eso era completo. Los residentes de Gran Bretaña tampoco podían adquirir oro bullion libremente, sino que solo se redimía a extranjeros tenedores de libras. Lejos de ser un verdadero Patrón Oro, era un "Patrón Oro Bullion Internacional" (Rothbard, 2002: 381-84). 

Cuando a un banco central se le da el monopolio legal o de facto para centralizar las reservas de oro del público, sus notas y depósitos ya no son tratados como títulos de propiedad inmediatamente redimibles al dinero verdadero guardado en sus baúles (oro). Como ya se dijo, ahora el oro entra en la categoría de "activos" del banco central que sirven como "reservas" para emitir notas y depósitos. Estas, a medida que pasa el tiempo, pasan a ser generalmente aceptadas como dinero en sí en lugar de ser lo que son en realidad: reclamaciones de dinero (Salerno, 2010: 504).

La característica (e) es muy importante. Como consecuencia de que las monedas de oro ya no circulaban en transacciones diarias de la gente en el mercado británico, uno de los mecanismos esenciales del verdadero Patrón Oro que restringía las expansiones desmesuradas de crédito quedó trunco. Aunque esto, per se, es más que suficiente para demostrar que el Patrón de Cambio Oro jamás fue ni podría haber sido nunca un verdadero Patrón Oro, vale la pena aclarar que ni siquiera los británicos podían al menos pedir bullion por sus libras. Solo los tenedores de libras extranjeros estaban habilitados.

La ausencia de monedas en circulación crea un obstáculo muy grande para el ciudadano ordinario tanto para pedir la redención de las notas o depósitos en oro, así como para el atesoramiento del metal.

Técnicamente en Estados Unidos todavía se podía redimir en monedas de oro. Sin embargo, los bancos ya no tenían reservas en monedas sino en notas de la Fed. Las reservas de oro fueron centralizadas en el banco central (la Reserva Federal) por ley en junio de 1917 y a los bancos se los incentivó a entregar notas de la Fed para redimir en efectivo los cheques y depósitos. Por lo tanto, muy poco oro circulaba para transacciones diarias en los años 20s incluso en Estados Unidos (Salerno, 2010: 573-74). Claramente, una intervención coactiva del Estado que terminó con una de las características centrales del Patrón Oro auténtico.

Finalmente, (f) es fundamental. El eliminar la circulación de monedas y bullion a los británicos no fue el mayor obstáculo para el funcionamiento del mecanismo flujo precio especie.


Antes, bajo Patrón Oro clásico, si Gran Bretaña inflaba la cantidad de libras provocaba un déficit de balanza de pagos que hacía que la divisa escapara fuera del país y cayera en manos de países extranjeros que pedían oro a cambio. El oro salía del banco central disminuyendo sus reservas, lo que provocaba una reversión y el abandono de su inicial política inflacionaria e incluso contraer el crédito. Con Patrón Cambio Oro la cosa era muy diferente. La expansión de libras, nuevamente, provoca un déficit de balanza de pagos y que estas se acumulen en manos extranjeras. Hasta allí, todo igual. Pero ahora viene el cambio radical: las demás naciones han sido "inducidas" (presionadas) a usar libras como reservas en lugar de utilizar el oro en sí. Las libras ya no vuelven desde el exterior a Gran Bretaña para reclamar el oro (deteniendo el intento inflacionario británico). Esas divisas ahora son guardadas y usadas por los países como reservas para expandir sobre ellas su propia moneda. Por ende, ya no hay reversión. Gran Bretaña aumenta su oferta monetaria y, sobre esa expansión, los demás países inflan la de ellos. Los británicos "exportan" su inflación al resto del mundo. Gran Bretaña podía continuar la expansión monetaria, su déficit acumularse y las demás naciones expandir sin mecanismo de reversión del mercado que los detuviera (Rothbard, 2002: 385).

Pero el vértice de la pirámide expansionista monetaria no tenía que ser solo la libra, pues también era redimible en dólares. Los americanos, asimismo todavía en el Patrón Oro, también podían participar de "catapulta inflacionaria". La Fed piramidaba su oferta monetaria de dólares sobre las reservas de oro, muchos de esos dólares creados iban hasta Gran Bretaña. El Banco de Inglaterra usaba esos dólares en reserva para piramidar un ulterior aumento de libras. Muchas de esas libras viajaban hasta países europeos, los cuales las usaban como reservas para piramidar sus respectivas ofertas monetarias. El dólar y la libra eran las "divisas clave", iniciadoras del proceso expansivo.

¿Podía continuar ello indefinidamente? Claro que no. A medida que se acumularan los desequilibrios en los demás países, la mínima pérdida de confianza llevaría al colapso. En 1931 llegó ese día: Francia venía reclamando oro a cambio de las numerosas libras que tenía desde 1927 y además la bancarrota de varios bancos en Europa llevó a los británicos a abandonar el Patrón de cambio oro completamente.

En conclusión, el Patrón de Cambio Oro no es ni jamás fue un Patrón Oro auténtico. No tenía ninguna de las características esenciales de un auténtico Patrón Oro. Por otro lado, el Patrón Oro Clásico sí las cumplía. Nunca hay que confundir ambos. Ni el Patrón de Cambio Oro era igual al Patrón Oro Clásico, y ni siquiera llegaba a ser un verdadero Patrón Oro. Solo fue un pseudo Patrón Oro.







Phillips, Chester A.; McManus, Thomas F. y Nelson, Richard W. (1937) Banking and the Business Cycle: A Study of the Great Depression in the United States. New York: The MacMillan Company.

Rothbard, Murray N. [Salerno, Joseph T. Ed.] (2002) A History of Money and Banking in the United States: The Colonial Era to World War II. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

Salerno, Joseph T. (2010) Money, Sound and Unsound. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

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