martes, 11 de agosto de 2015

Hasta los marxistas entienden mejor la inflación que el gobierno

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En este blog ya hemos visto las absurdas, auto-contradictorias e increíblemente torpes justificaciones del gobierno argentino sobre las causas de la inflación que él mismo provoca. En uno de esos desvíos que uno toma luego de buscar algo concreto en Google, encontré una pequeña joya muy relacionada con el tema en un diario socialista británico. Es asombroso como, aun cuando la inmensa mayoría de su análisis económico es un sinsentido completamente erróneo y falaz, algunos socialistas logran comprender cosas elementales que los kirchneristas jamás pudieron.  

El diario se llama "Socialist Standard". Lo publica mensualmente el Partido Socialista de Gran Bretaña desde 1904 hasta hoy. Esta gente no se anda con medias tintas, son socialistas (casi utópicos) de verdad. No son un partido socialdemócrata ni "de izquierda", no buscan "reformar el capitalismo" (cosa que consideran imposible). Explícitamente en la descripción de su diario dicen querer abolirlo completamente a nivel mundial. Para ellos, el trabajo asalariado y el dinero son la quintaesencia de la explotación y deben desaparecer totalmente. Como veremos, lo poco bueno que tuvo Marx, fue que al menos estaba mínimamente influido por algunos principios básicos de dinero sano de la Escuela Clásica por parte de Hume-Smith-Ricardo. Obviamente no todos los marxistas están de acuerdo en esto, siempre se puede encontrar varios que sean leales a los delirios teóricos del gobierno.

En el número 818 de octubre de 1972, publicaron un artículo llamado "El A B C de la inflación". La mayor parte está dedicado a combatir teorías falsas sobre las causas de la misma, entre ellas, las que actualmente sostiene el gobierno. Lo interesante de esto es que lo hace bastante bien. Recuerden que, para el gobierno kirchnerista, el aumento de precios es causado por los empresarios y su avaricia

Pues bien, así refuta el diario socialista esa explicación (traducción mía):
Todo tipo de explicaciones se han ofrecido para la anormal suba de precios... La mayoría de las así llamadas explicaciones toman la forma de culpar a algún u otro grupo de ser "codicioso"; a los banqueros, a los manufactureros, a los minoristas o a los sindicalistas. Es una explicación que, cuando se observan ciertos hechos, se muestra como un sinsentido. ¿Acaso las compañías de cobre redujeron sus precios un 40 % en 1971 porque se volvieron repentinamente menos codiciosas? Entre 1948 y 1968 los precios subieron 100 % en Gran Bretaña, pero solo la mitad en Estados Unidos y Suiza: ¿Son los británicos dos veces más codiciosos? ¿Acaso toda la población atravesó fases alternantes de mayor y menor codicia a lo largo del siglo XIX? Entre finales de 1920 y la mitad de 1933 los precios cayeron aproximadamente un 50 %. La caída fue continua por 13 años. ¿Qué le pasó a la codicia? 
El hecho es que los vendedores siempre tratan de obtener el mayor precio que pueden, "tanto como el mercado aguante", y si pueden ganar más o son forzados a tomar menos es solo porque circunstancias externas sobre las que tienen poco o nada de control determinan que así sea.
No contento con echar por tierra toda la ridícula hipótesis del kirchnerismo; el artículo continua atacando otra explicación falsa de la inflación, el llamado "empuje de costos y salarios":
Hay dos creencias populares que dicen que los precios suben porque los salarios suben o viceversa. No se les ocurre a los que mantienen ambas posturas que los salarios son precios (el precio que el trabajador obtiene por la venta de su poder laboral, sus energías mentales y físicas, al empleador). Por lo tanto, correctamente expresadas, sus dos proposiciones se transforman en una sola afirmación inútil que dice que los precios suben porque los precios suben. 
Si ellos replantearan la afirmación diciendo que un grupo de precios (salarios) suben debido a que el otro grupo de precios sube (o viceversa), estarían pasando por alto la verdad de que ambos grupos de precios se incrementan por culpa de factores externos comunes que los afectan a los dos más o menos en la misma magnitud. Para ilustrar esto podemos notar que en verano, cuando más londinenses visitan el país, las cosechas son buenas. Nadie pregunta si es que son los visitantes de Londres los que hacen madurar el maíz o si es el maíz maduro lo que atrae a los visitantes. Lo que obviamente ocurre es que el verano caluroso produce ambas cosas: la buena cosecha y atrae visitantes, el sol es la causa común de ambos.
Y acá es cuando el "heterodoxo" expansionista monetario seguidor de Marx se quiere matar: ¿Cual es el factor que eleva los precios?
El nuevo factor que ha operado para empujar los precios anormalmente desde la guerra (el "sol" en relación a los precios y salarios) ha sido la continua y acelerada "depreciación de la moneda"… En 1939 el total de notas y monedas en manos del público era de £454 millones. Hoy en día es alrededor de £3.500 millones y en aumento, una cantidad excesivamente grande respecto de cualquier incremento que hubiera sido necesario en línea del actual incremento en la producción y venta de bienes.
No solo eso, el autor del artículo da una fantástica confirmación de la frase de Murray Rothbard que acompaña este post. Y con esto llegamos al climax:
Karl Marx, cuyo estudio de la materia nunca ha sido superado, enunció esta ley económica en la forma de que si la cantidad de dinero papel inconvertible excedía la cantidad de oro que sería necesario si las monedas de oro circularan, el exceso simplemente opera para empujar al alza los precios. Antes de que las doctrinas keynesianas fueran tragadas por la mayoría de los modernos economistas y políticos, esta relación entre el exceso de emisión de notas inconvertibles y el nivel de precios era generalmente aceptada por los economistas (incluido Keynes)… Ahora los partidos políticos y los sindicatos se han engañado a si mismos, contra toda la experiencia pasada, en la creencia de que lo que ellos llaman incrementar la "oferta monetaria" lleva a mayor producción y el mantenimiento del "pleno empleo".
Marx no era keynesiano. Y, a diferencia de todo lo demás, en eso no se equivocaba.

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