sábado, 8 de agosto de 2015

El dinero es un bien presente


Ya vimos la definición de lo que son los bienes presentes y futuros. Ahora vamos a responder la pregunta: ¿Es el dinero un bien presente o un bien futuro?

Estando en el balance de efectivo de uno, el dinero no necesita ninguna transformación física posterior para ser usado. Ni tampoco es invertir en bienes de consumo ni de producción. Los bienes de consumo o de capital son agotados con el uso o en la producción. Además, los bienes de producción son transformados, con la cooperación de otros bienes complementarios y luego de un periodo de tiempo, en otros bienes. El dinero, a diferencia de ellos, ni es agotado por uso como medio de intercambio general ni es transformado en otro bien (Hoppe, 2009).

El dinero, definido como medio de intercambio generalmente aceptado, es un bien presente. O, dicho de otra manera, el dinero no es un bien futuro. Se puede demostrar esto de esas dos maneras expresadas (Hoppe et al., 1998):
  • 1) Negativamente/NO es un bien futuro: los free bankers con reserva fraccionaria afirman que retener dinero es no gastar ahora en consumo para hacerlo luego y, por ende, diferirlo. Implicando que, al demandar dinero, se intercambia un bien (satisfacción) presente por un bien (satisfacción) futuro. Además admiten que el dinero retenido no se gasta en bienes de consumo ni de producción (Hoppe et al., 1998).
El problema con eso es que implica que, al demandar dinero para gastarlo luego (en lugar de gastarlo en producción de ahora), se difiere la producción (y, por tanto, el consumo futuro) hacia el futuro. Si demandar dinero aplaza consumo y producción, entonces es imposible decir que, al retener efectivo, se ha invertido en un bien futuro. Debido a que no hay bienes futuros (de consumo o de producción) que resulten del acto de retener dinero y a los cuales el que lo retiene tenga derecho (título de propiedad). Como no sería una reclamación a ningún bien futuro, el dinero no valdría nada. Dado que el dinero sí vale algo (y nadie retendría dinero que no vale nada), entonces su valor debe ser el de un bien presente (Hoppe et al., 1998)
  • 2) Positivamente/SÍ es un bien presente: a pesar de que sus usos son indirectos (a diferencia de un bien de consumo y similar a un bien de producción), precisamente porque el dinero es el más vendible o comercializable (el más "liquido") de todos los bienes, es que es el bien presente por excelencia (a diferencia de un bien de producción y similar a un bien de consumo).
El dinero puede ser empleado inmediata e instantáneamente para satisfacer el más amplio rango de necesidades o posibles necesidades. Por ende, es una de las mejores protecciones (o seguro) humanamente posibles contra la incertidumbre. Al mantener dinero, su dueño gana el regocijo de ser capaz de satisfacer súbitamente la más extensa variedad de futuras contingencias que vayan a surgir impredeciblemente. El dinero es el bien más instantáneamente servicial. Manteniendo dinero, el actor puede confrontar inmediatamente el más amplio rango de necesidades que imprevistamente se manifiesten (Hoppe et al., 1998; Hoppe, 2009). 

Sin embargo, tener dinero (en el bolsillo o en el banco a la vista) para combatir la incertidumbre es costoso, se sacrifica la adquisición instantánea de bienes de consumo o producción (Mises, 1949: 426-27; Salerno, 2010: 81)*. En la medida en que la persona se sienta, vía su evaluación subjetiva, incierta respecto a su futuro, querrá hacer ese sacrificio. Por lo tanto, un incremento únicamente de la demanda de dinero en absoluto indica que se desea sacrificar una satisfacción presente por una futura. Sino que quiere decir que siente mayor incertidumbre respecto al futuro. La persona no está invirtiendo en el futuro, sino que está invirtiendo en certidumbre (protección) presente (Hoppe et al., 1998).

En resumen, asumir que el dinero es un bien futuro, como en el punto 1), lleva a una contradicción. Y, además, puede probarse lógicamente que es un bien presente, como en el punto 2)

Pero hay más aún sobre este asunto. 
  • 3) El dinero es, por su propia definición, un medio de intercambio generalmente aceptado. Por lo tanto, una característica esencial del mismo es que, cuando es usado, constituye el pago final. No hace falta nada más (Rothbard, 1983: 64). La transacción se completa. Como consecuencia de que el dinero funciona esencialmente como medio para el pago final, es también siempre y en todo lugar un bien presente (Howden, 2015). 
Debido a eso, por ejemplo, las tarjetas de crédito no son dinero. Si uno paga una cena con U$S100 en efectivo, la transacción termina ahí. La deuda se cancela inmediata y definitivamente por completo. Esos dólares son claramente dinero. Pero si pago con la tarjeta de crédito American Express, la transacción no se completa inmediatamente. Al contrario, ahora debo pagar los U$S 100 más intereses a American Express en lugar de al restaurante. American Express presta el dinero al usuario de la tarjeta pagando al restaurante lo que se gaste y el usuario se compromete a pagarle a American Express U$S100 más intereses dentro de un tiempo (Rothbard, 1983: 64).
  • 4) Adicionalmente hay que tener en cuenta que, cuando se intercambian bienes o servicios presentes por bienes o servicios futuros, aparece el fenómeno del interés**. El dinero, por otro lado, no devenga interés. Precisamente porque es el bien presente por excelencia (Howden, 2015). De hecho, uno de los costos de mantener dinero, además de a) los bienes de consumo y producción no adquiridos (pero potencialmente adquiribles al instante) y b) el ahorro simple (plain saving), es c) el interés que pudo haber sido percibido de haber invertido la suma (Mises, 1949: 427; Salerno, 2010: 81).  
Podemos ahora comprender por qué Jesús Huerta de Soto (2010) está completamente en lo correcto cuando escribe: "El dinero, además, sólo cumple su función de medio de intercambio como bien presente".

Y, además, lo dice en una de sus conferencias sobre ese escrito:




* Observen que no es un sacrificio temporal, sino, como se menciona, un sacrificio instantáneo. Por el hecho de que, lógicamente, no se puede tener al mismo tiempo el dinero y las cosas a adquirir con el mismo. Pero, aun así, la persona con dinero puede inmediatamente cambiarlo por bienes o servicios. En un intercambio temporal (préstamo), por otro lado, el agente se desprende de la disponibilidad instantánea del dinero durante un periodo de tiempo. Ya no puede cambiarlo inmediatamente, durante el lapso del préstamo, pues no dispone de él. Resumidamente, en el primer caso se puede cambiar en cualquier momento de dinero a bienes y en el segundo hay que esperar un lapso para poder hacerlo.


** Es posible que una persona haga un préstamo a un amigo o a un familiar y decida no pedir el pago de un interés por generosidad. Lo quiera cobrar o no, el interés sigue existiendo.







Hoppe, Hans-Hermann (2009), "'The Yield from Money Held' Reconsidered". New Perspectives on Political Economy. Vol. 5, No. 2, 129-36.

Hoppe, Hans-Hermann; Hülsmann, Jörg G. y Block, Walter (1998), "Against Fiduciary Media". Quarterly Journal of Austrian Economics. Vol. 1, No. 1, 19-50. 

Howden, David (2015), "Money". En Howden, David y Bylund, Per (2015), The Next Generation of Austrian Economics: Essays in Honor of Joseph T. Salerno. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

Huerta de Soto, Jesús (2010), "Algunas Reflexiones Complementarias sobre la Crisis Económica y la Teoría del Ciclo". Procesos de Mercado: Revista Europea de Economía Política. Vol. 7, No. 2, 193-203.

Mises, Ludwig von (1949), Human Action. The Scholar's Edition. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 1998. 

Rothbard, Murray N. (1983) The Mystery of Banking. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute. 2008.

Salerno, Joseph T. (2010) Money Sound and Unsound. Auburn, Alabama: Ludwig von Mises Institute.

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