lunes, 13 de enero de 2014

Pseudo-economistas


"La teoría cuantitativa ha sido una de las teorías más encarnizadamente criticadas de la Economía. Principalmente porque el reconocer su verdad o falsedad afectaba poderosos intereses comerciales y políticos. Se ha dicho, y no es una exageración, que los teoremas de Euclides hubieran sido encarnizadamente atacados si hubieran tenido algo que ver con intereses financieros y políticos."

Irving Fisher (1911: 14) 

Tal y como se desprende de esa frase de Fisher, la razón por la cual las falacias y mitos en Economía persisten es porque hay intereses políticos o económicos que necesitan que sigan vivos. El gobierno es el gran financiador de mentiras económicas que le sirven para mantener las actuales o provocar nuevas de sus intervenciones. Una de las mentiras más notables a la que acuden los estatistas (muchos de ellos "economistas") es su explicación de la inflación.  

De acuerdo a ellos:
-"La causa principal de la inflación es la soja."

-"La inflación la generan los empresarios porque aumentan los precios; la inflación se da en el campo de los bienes y la hacen los empresarios."

-"El Estado emite dinero porque los precios ya aumentaron y si se dejara de emitir, la economía entraría en recesión."
Como era de esperar, esta gente empieza mintiendo. El primer punto, echando la culpa a la soja, es totalmente falso. 

En cuanto a lo demás la falacia es vieja, James Steuart en 1767 ya la había formulado en sus fundamentos básicos que perduran hasta hoy. Luego Thomas Tooke pensaba que los precios generales estaban determinados por los ingresos de los factores (salarios, rentas, beneficios, etc.) y no por la cantidad de dinero. Por supuesto él no explicó cómo se determinaban esos ingresos de factores que a su vez determinaban los precios. Para los seguidores de esta vieja falacia, la inflación es estructural y por puja salarios-costos. Por lo tanto para ellos la inflación tiene como causa: 1) Algún arbitrario elemento no-monetario en el ambiente institucional (autónomos incrementos en los ingresos por salarios, cuellos de botella, falta de oferta, rigideces institucionales de precios, etc.). 2) La lucha por participación relativa en el ingreso nacional de diferentes sectores (Humphrey, 1977).  

La "teória" es tan falsa y llena de errores/falacias que equivale a decir que la Tierra es plana. Veamos:

1) Falacia Circular: Como los ingresos de los factores son simplemente la suma de los precios de los servicios de los factores, entonces se están explicando los precios en términos de precios. Decir que el precio del servicio del factor trabajo (salario) determina y puede empujar hacia arriba el precio de los bienes, es equivalente decir que el precio sube porque sube el precio. Un razonamiento circular, podríamos decir también que el precio del servicio del factor trabajo subió porque subieron los precios (Fisher, 1920: 14-15). "Si intentamos explicar el precio monetario de un producto terminado en términos del precio monetario de sus materias primas y otros costos monetarios de precios de producción, está claro que solo estamos desviando el tema. Necesitamos todavía explicar estos precios antecedentes." (Fisher, 1911: 176).  Solamente esto invalida completamente esta pseudo-teoría para siempre. El error es tan elemental que podría ser perdonado a un estudiante de cursillo, pero jamás a un economista competente.

2) Confusión de relativo y absoluto: Aun asumiendo que no hay circularidad en el razonamiento (de por sí un supuesto muy fuerte), la teoría sigue siendo falaz. Otro de los errores más elementales de los así llamados "heterodoxos" es confundir precios relativos con precios absolutos, precios específicos y "nivel general" de precios. Un error tan evidente fue aclarado por David Ricardo (Humphrey, 1988, 1998), para que veamos lo viejo que es este desliz intelectual. Si una causa especial afecta algún bien o servicio particular o grupo de bienes y hace que se mueva su oferta o demanda, entonces otras demandas y ofertas de otros bienes deberán moverse en dirección opuesta. Si el precio de un bien sube (sin variar su cantidad o la de otros bienes y tampoco cambia la cantidad de dinero) entonces el de otros bienes debe bajar. El aumento de gasto dinerario en el producto aumentado debe salir necesariamente de las compras de otros bienes, la suba de un precio se hace a expensas de otro u otros (Fisher, 1911: 178). Piénsenlo un segundo, si Coca-Cola eleva el precio al doble, la reacción de los consumidores será: 1) Si son muy dependientes de la misma (demanda "inelástica"), seguirán comprando la misma cantidad de Coca que antes pagando el precio elevado. Como todos tienen ingreso limitado, el mayor gasto en Coca significará menor gasto en otras cosas cuyos precios bajarán al haber menos demanda. ¿Hubo suba general de precios? NO. La suba de Coca-Cola se compensó con la baja de otros precios en otros sectores, hubo un cambio relativo de precios, Coca subió y lo demás bajó. 2) Si no son dependientes de la misma, nadie comprará más Coca; con lo cual Coca-Cola tendrá enormes stocks sin vender y deberá dar marcha atras con el aumento. ¿Hubo suba general de precios? NO. El aumento no pudo llegar a materializarse, un "precio" solo es un precio si alguien lo paga, para existir debió haber habido alguien que puso el billete y se llevó el producto. Si pido U$S 1.000.000 por mi auto Duna modelo 1995, eso no significa que haya una hiperinflación en marcha pues nadie (¡creo!) pagaría jamás esa suma por un auto normal sin ninguna particularidad que lo justifique. Obviamente en el mundo real se da una mezcla de 1) y 2), es raro que se den casos donde solo se cumpla alguno de ellos. Pero ello no invalida para nada el hecho de que solo se mueven los precios relativos. En otras palabras, aun asumiendo que los costos empujaran los precios o que los empresarios los suben (ya sea porque subieron los costos y quieren mantener un margen de beneficios o solo porque son "malvados"), ello como máximo solo puede afectar los precios relativos, no puede mover el nivel absoluto de los mismos. Ni siquiera asumiendo su validez, la teoría se sostiene lógicamente. Esta es la Falacia de Puja de Costos: confundir precios relativos con absolutos, shocks sectoriales reales con los nominales de toda la economía (Humphrey, 1998).

3) Supuestos monetarios ocultos: No hay ninguna razón para pensar que aumentos de costos sectoriales puedan afectar magnitudes globales durante algún periodo de tiempo substancial, no hay ninguna razón para creer que el "empuje de costos" de una explicación válida para el aumento general de precios. Lo máximo que pueden argumentar los que sostienen esta falacia es que la suba de costos y presión en el precio se consigue vía reducción de la producción y el empleo en un sector (o en otro lugar si ese sector tiene demanda muy "inelástica"). Ello "obliga" al gobierno a expandir la cantidad de dinero para mantener el "pleno empleo". Eso es falso, nada obliga al gobierno a tomar esa acción, no hay un link automático entre aumento de costos y expansión de dinero (Humphrey, 1998). Como ya he señalado, las teorías que pretenden desligar el comportamiento del "nivel general de precios" de la cantidad de dinero, en un vergonzoso secreto asumen necesariamente una expansión de la masa monetaria. Como explica Wicksell en 1898: "El intercambio de bienes en sí, y las condiciones de producción y consumo de las que depende, afecta únicamente los valores de cambio o precios relativos: no pueden ejercer ninguna influencia directa en el nivel absoluto de precios monetarios." (Wicksell, 1898: 23). En cualquier bien o grupo de bienes si se establece en el mercado un precio relativo incorrecto, ocurrirá una desigualdad entre oferta y demanda, entre producción y consumo, que tarde o temprano se corregirá. Aun si asumimos que el precio de todos los bienes o nivel general es forzado por cualquier razón hacia arriba o abajo, no hay nada en el mercado de bienes que provoque una reacción. Luego de un intercambio tuvo lugar, cada unidad monetaria retorna a su propietario a quien no le importa pagar más o menos por los bienes que le ofrecen mientras al mismo tiempo pueda vender correspondientemente más caros lo bienes que posee. Si ocurre una reacción que desvíe el nivel general de precios y que lo haga demasiado alto o bajo, esta debe necesariamente ocurrir afuera del mercado de bienes particular, y ello debe provenir del bien que se usa como medio general de intercambio: el dinero. Wicksell así refutó las pésimas ideas de la "Gran Makro" más de un siglo antes de que hablen: "Los precios monetarios, a diferencia de los precios relativos, no pueden nunca ser gobernados por las condiciones del mercado de bienes en sí (o de la producción de bienes)...". La suba de todos los precios se debe a la relación del mercado de bienes con el mercado de dinero. La contradicción elemental de los economistas del gobierno es negar tal relación aun cuando suponen una economía monetaria en sus razonamientos. Ellos asumen que cada suba de costos debe necesariamente ser automáticamente validada por un aumento del stock de dinero. 

4) Falacia de composición: Como consecuencia de lo anterior, estas pseudo-teorías hacen una inválida generalización: El hecho de que un bien suba o baje de precio es usado como fuente del cambio de todos los precios (el nivel general). Los argumentos válidos en la esfera de precios relativos se aplican en una esfera donde ya no tienen sentido: lo precios absolutos de los bienes expresados en dinero. Si la cantidad de dinero permanece igual así como el gasto, cualquier aumento de precios de bienes específicos  por aumentos de costos será compensado por reducciones de precios de otros bienes.

5) Falacia de evidencia incompleta: Por si todo lo previo fuera poco, los "teóricos" cometen la falacia de elegir casos especiales. Los partidarios de esto tienden a recurrir a explicaciones ad-hoc del tipo perturbaciones temporarias, eventos al azar u otros factores especiales. Las "causas" a las que desesperadamente recurren para explicar el aumento general de precios no pueden provocarlo. Tales solo ocurren esporádicamente, tienen vida corta y principalmente solo afectan un determinado número de bienes, por lo tanto no pueden explicar un aumento sostenido del nivel general de precios. Las causas especiales que afectan determinados bienes no pueden ser los suficientemente generales para explicar el aumento general de los precios. La "escasez" de algún bien puede explicar o ser tomado como prueba de la suba de ciertos bienes seleccionados, pero no puede explicar el comportamiento general (Humphrey, 1977, 1998; Fisher, 1920: 16-17).

6) Falsos remedios: Esta pseudo-teoría conduce, como era de esperar, a remedios más falsos aun. La misma solo lleva a controles de precios y políticas de ingreso para "combatir la inflación". Como la teoría es una falacia, la soluciones también son falaces. Por supuesto todos sabemos que el control de precios y las políticas de ingreso jamás han resuelto ni resolverán un problema inflacionario (si no se detiene el aumento de la cantidad de dinero).  Incluso uno puede llegar a dudar si es que su mala teoría los lleva a recomendar estos remedios fallidos o si necesitan esta explicación para justificar la fracasada política de precios.

Y ustedes preguntaran: ¿Por qué algunos "economistas" insisten en el error? ¿Cómo pueden mantenerse falacias tan viejas y elementales? ¿Cómo pueden insistir en que la Tierra es plana? Es simple, el gobierno paga (muy bien) y ellos viven de eso, es un trabajo sucio pero alguien lo debe hacer. Y en cuanto a los que no les pagan, nunca subestimen el poder de la mentalidad anti-capitalista.



Fisher, Irving (1911), The Purchasing Power of Money. New York: The Macmillan Company.

Fisher, Irving (1920), Stabilizing The Dollar. New York: The Macmillan Company. 

Humphrey, Thomas M. (1977) "On Cost-Push Theories of Inflation in the Pre-War Monetary Literature". Journal: FRB Richmond Economic Review. Vol. 63, No. 3, 3-9.

Humphrey, Thomas M. (1988) "Rival Notions of Money". Journal: FRB Richmond Economic Review. Vol. 74, No. 5, 3-9. 

Humphrey, Thomas M. (1998) "Historical Origins of the Cost-Push Fallacy". Journal: FRB Richmond Economic Quarterly. Vol. 84, No. 3, 53-74.  

Wicksell, Knut (1898), Interest and Prices. London: Royal Economic Society. 1936.

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